Capítulo 83
Rafael y María estaban vestidos muy formalmente, disfrutando de los cumplidos y la admiración de los ricos. Gonzalo bebía su copa de vino, melancólico y observando su alegría desde la distancia.
Octavio Ramos, el lamebotas de Rafael, exclamó con voz alta: —¡He oído que Federico se ha escondido en el pueblo! Es un cobarde, ¡le tiene miedo a Señor Rafael!
—¡Mejor que se esconda toda la vida! Si entra a la ciudad de Ríoalegre, le robaré a su esposa, que es muy bella. Él, siendo un inválido, no puede disfrutar de su belleza, solo nosotros podemos beneficiarnos de ella.
Estaba borracho y no medía sus palabras.
Los demás reían a carcajadas.
Al oír esto, Gonzalo arrojó su copa de vino al suelo con fuerza.
El vino tinto y los fragmentos de vidrio se esparcieron por el suelo.
—¡Octavio! Repite eso si te atreves, con esa boca tan sucia parece que has comido mierda,— Gonzalo se levantó y empujó todas las copas de la mesa al suelo.
¡Clang, clang, clang!
Todas las copas de vino se estrellaron contr
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