Capítulo 30

Rafael, tocándose la mejilla, dijo con desdén: —¡Lo hizo a propósito para hacerme perder la cara! Javier, frustrado, replicó: —¡Imbécil! Si tantos expertos no se dieron cuenta, ¿cómo iba él a saberlo? ¿Todavía crees que es alguien destacado? Con una sonrisa sarcástica, Javier añadió: —He eliminado por completo la influencia de Federico en el Grupo Herrera. El camino ya está despejado para ti. No es más que un inútil. —Papá, ¿y qué hacemos con lo de hoy? —Mañana dona siete millones de dólares a una organización benéfica. Haré que los medios te promuevan. Debes ser generoso y tratar el dinero como si fuera estiércol, para que nadie diga que eres tacaño. —Está bien. Rafael se sintió mucho más tranquilo. —Esa María... solo diviértete con ella, no es digna de ti. Y esa madrastra vergonzosa que tienes, puras ilusiones tontas. —Lo sé, nunca lo tomé en serio. —Rafael sonrió con suficiencia: —Solo porque todavía puede ser útil. La ira de Javier se disipó y dijo indiferentemente: —Haz que Sergio