Capítulo 19
Gabriela ya no corrige el modo en que Bruno la llama.
Bruno, con las manos en los bolsillos, se detuvo un momento y dijo: —La ciudad de Ríoalegre parece brillante y espléndida, pero es sucia en secreto. Esas cosas que parecen jugos de frutas, en realidad, te tumban con solo tomar un sorbo. Muchas chicas inocentes caen fácilmente en la trampa.
—Gracias, lección aprendida.
Bruno, decidido a ayudar una vez más por el bien de su buen amigo, comentó.
—Federico tiene un buen rostro y cuerpo, solo que tiene el orgullo un poco alto, no lo rechaces. Cuando sus piernas se recuperen, tendrá mucha felicidad por delante. —¡Que seas feliz todas las noches!
Gabriela parpadeó, sin entender completamente su intención.
Pero asintió obedientemente: —Está bien.
¿Cómo podría despreciar al señor Federico? Él la había ayudado y le había dado dinero, ¡era el mejor paciente!
Una conversación descoordinada que, a pesar de todo, dejó satisfecho a Bruno.
...
Tres días después.
En la Casa de Subastas Sol, se lleva
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