Capítulo 22
Sonia, decidida, pasó todo el día y la noche arrodillada frente a la villa, pero finalmente no pudo resistir más y se desmayó.
Cuando despertó, no vio a Víctor ni a Manuel a su lado.
Seguía en su departamento alquilado.
Desde afuera, se oían las voces de Gonzalo y Elena discutiendo.
—Hoy debemos irnos, no podemos quedarnos aquí. Sonia no va a ser obediente, tiene piernas, seguro que intentará escaparse de nuevo. Aprovechemos que aún está desmayada y vámonos juntos.
Elena decía esto con ansiedad.
Gonzalo asintió, aceptando la propuesta.
Entonces, la puerta se abrió y Sonia, con la mayor rapidez posible, se levantó y salió corriendo.
Ni siquiera tuvo tiempo de ponerse los zapatos, pero no olvidó llevar su teléfono.
Sonia no sabía a quién recurrir; Víctor y Manuel estaban tan fríos.
En medio de su confusión y desesperación, de repente recordó a Laura.
—¡Claro! Ella es tan buena, tan fácil de perdonar, seguro que me va a perdonar.
Entonces, Sonia se subió al tren de alta velocidad hacia
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