Capítulo 55
El segundo día.
Después de clase, Vicente me llamó.
Desde que empezó el curso hasta ahora. En más de un mes, aparte de que Inés me envía la pensión puntualmente, no he tenido ningún contacto con ellos.
Miré el identificador de llamadas, sin entender el motivo de la llamada.
Pausé unos segundos. Contesté el teléfono.
La voz de Vicente resonó al otro lado de la línea, sin saludos, directa: —¿Volverás a casa por el día de la fiesta nacional?
Abrazando mis libros, caminé hacia mi dormitorio: —Los estudios son mi prioridad, no volveré.
—Eso es perfecto.— Vicente parecía estar bebiendo café, escuché el sonido de su taza sobre la mesa: —Tengo un amigo cuyo hijo también está en Ciudad Solarena. Como no volverás, podrías aprovechar para conocerlo.
La idea me causó gracia, pero también algo de ira.
Apenas estoy en mi primer año de universidad y ya está ansioso por presentarme a hombres.
Si no hubiera renacido y estuviera alerta, probablemente ya me habría vendido por un buen precio antes de gra
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