Capítulo 31
Era como si hubiera escuchado un chiste muy gracioso; en verdad, su comentario me provocó una risa cargada de ira.
Vicente estaba sentado en el sofá fumando; al principio parecía reflexionar, y luego tomó una decisión.
Inhaló profundamente del cigarrillo y exhaló un denso anillo de humo.
Luego, me miró intensamente, sus ojos no mostraban emoción alguna, más bien parecía sopesar pros y contras.
—Después de todo, llevas la sangre de la familia y también el apellido Ortega; debes hacer algo por esta familia. ¿Por qué sigues aquí de pie? ¿Acaso esperas que te ayude?
Me había considerado un bien que podía comprarse y venderse a voluntad; así que, en sus ojos, ¿era simplemente un objeto de comercio?
Un fuego indomable comprimía mi pecho; ya debería haberlo sabido, ahora no tengo un hogar.
Desde que mis padres se divorciaron, lo perdí todo.
El lugar con mi padre biológico no puede considerarse un hogar, porque él tiene su propia hija y esposa.
El lugar con mi madre biológica tampoco puede lla
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