El hombre era Boyle.
Los ojos de Tyler se entrecerraron al ver a Boyle. “¿Por qué está él aquí?”.
Cherie desvió la mirada de Boyle.
Boyle estaba parado frente a ella y tenía una mirada furiosa en sus ojos. Sin embargo, él estaba haciendo todo lo posible por reprimir su ira.
Trató de evitar desahogarse con ella.
Su garganta se mecía y él la miró atentamente. Con voz impasible, él le preguntó: “¿Es divertido correr en carreras?”.
Tyler tiró de Porotita Dulce hacia su espalda para protegerla y miró directamente a los ojos de Boyle.
Aunque Tyler siempre jugaba con los demás, nunca se echaba atrás en momentos cruciales.
Su comportamiento varonil se transmitió de generación en generación. Él era atrevido y valiente al aceptar las consecuencias de sus acciones. Él no tenía miedo de provocar a otros cuando necesitaba hacerlo.
“Yo soy quien trajo a Porotita Dulce aquí para correr en carreras. ¿Tiene esto algo que ver contigo?”.
La mirada de Boyle estuvo fija en Cherie todo el tiempo.