Capítulo 99
Salvador dejó escapar una risa baja y placentera desde su garganta, y su tono se volvió mucho más relajado: —¿Te molesta la presencia de Marita?
Adriana respondió con desinterés: —¿Qué me molestaría?
—Temes que ella me aleje de tu lado.
Sonaba ridículo.
Adriana soltó una risa fría: —Me pregunto, ¿quién te ha dado esa confianza para decir tales cosas?
Él alzó un poco el tono: —¿Acaso me equivoco?
—Completamente equivocado.
—Entonces, ¿qué sentido tiene que me hables de Marita sin motivo alguno?
Ella lo miró directamente, sin rodeos: —Porque, a diferencia de mí, prefieres a la señora Marita, te importan más los sentimientos de la señora Marita, así que la primera persona con quien deberías querer compartir algo debería ser la señora Marita, ¿es tan difícil de entender?
—Es solo lo que tú piensas.
—No necesitas negarlo, después de todo, negar los hechos con palabras no cambia la realidad. Incluyendo tu actitud amable hacia mí ahora, complacerme y agradarme, todo es por un poco de interés
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