Capítulo 80
Con el tiempo, la realidad le enseñó a ser más sabia.
Ahora, esas expectativas que antes tenía han desaparecido, pero se han cumplido de todos modos.
Mientras Adriana se perdía en sus pensamientos, Salvador, sin que ella lo notara, ya estaba de pie detrás de ella, hablándole con una paciencia que nunca antes había mostrado: —Podemos ir a comer, pasear, ver una película, asistir a un concierto... lo que tú quieras, ¿de acuerdo?
Ella se dio la vuelta y miró su rostro apuesto: —¿Por qué quieres salir de cita?
—Para cultivar nuestra relación.
—¿Es necesario?
El hombre le recordó con calma: —Somos esposos, y entre esposos, cultivar la relación es, por supuesto, necesario.
Adriana esbozó una leve sonrisa.
Para él, sí era necesario. Después de todo, si ella accedía a tener hijos con él y lo apoyaba en las juntas de accionistas, él podría lograr sus objetivos.
Pero para ella, ¿qué sentido tenía?
Había sido algo que alguna vez deseó con ansias, y ahora que se le presentaba la oportunidad, no ve
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