Capítulo 77
Adriana dejó de luchar.
Sus ojos se enrojecieron sin razón aparente, con lágrimas al borde de brotar, pero se esforzaba al máximo por contenerlas, sin permitir que cayeran.
El hombre, al ser observado por esos ojos, sintió que algo le oprimía el corazón, aunque no se mostró compasivo: —¿Es esta respuesta de tu agrado?
Adriana lo miró fijamente, sin decir una sola palabra.
Salvador se sintió incómodo bajo su mirada, así que decidió besarla de nuevo.
Ese beso se volvió imposible de romper.
Por más que Adriana luchara y resistiera, el hombre tenía una ventaja absoluta en fuerza, superándola con facilidad.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que habían hecho el amor, y él ya tenía necesidad desde hace rato, pero debido al período de distanciamiento, no había encontrado una oportunidad adecuada.
Hoy, habiendo encontrado la ocasión, no pensaba dejarla escapar por nada del mundo.
En el fondo, él sabía perfectamente que Adriana no había tenido ninguna relación ambigua con otro hombre
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