Capítulo 57
Salvador percibió en sus palabras un cuestionamiento, y algo más allá de ello.
Quizás enojo, tristeza, resentimiento y... decepción.
Fijó su mirada en los ojos de ella, en sus pupilas negras, profundas y llenas de complejidad.
Adriana, al darse cuenta de su propia pérdida de compostura reflejada en los oscuros ojos del hombre, desvió rápidamente la mirada y, sin mostrar señales, intentó calmar sus emociones y regular su respiración.
Adoptando un tono más moderado, dijo: —Ahora no tiene sentido hablar de esto, voy a dormir.
Los movimientos de la mujer al acostarse fueron lentos y suaves, como si ya no quedara en ella rastro alguno de enojo. Sin embargo, Salvador percibió claramente su resistencia y evasión silenciosas.
La observó durante mucho tiempo, mientras ella fingía estar dormida.
De repente, un pensamiento surgió en su mente sin previo aviso.
Quizás, realmente debería pensar seriamente en cómo tratarla en el futuro y en cómo manejar su matrimonio.
...
A la mañana siguiente, cuan
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