Capítulo 38
Incriminar a Adriana beneficiaba a María en algo relacionado con Salvador.
Sin embargo, Adriana no se lo mencionó a Gonzalo.
En una relación secreta que terminaría en un año, que otra persona lo supiera solo significaba una carga adicional para ella.
Como de costumbre, Adriana le pidió a Gonzalo que se detuviera en Conjunto Jardines, a un kilómetro de Villa del Amanecer.
Durante dos años, Gonzalo siempre había creído que ella vivía allí.
Cuando el auto se detuvo, Adriana se desabrochó el cinturón y bajó del coche.
Gonzalo también salió y, acercándose a ella, le habló con suavidad: —No te preocupes demasiado. Descansa bien, todo se resolverá con el tiempo. Enviaré cartas de advertencia a las cuentas que están difamándote, y si es necesario, los demandaremos.
Adriana sonrió: —Gracias, Maestro.
Al ver su rostro cansado y el esfuerzo que hacía para sonreír, Gonzalo sintió un nudo en el estómago. Extendió la mano y la abrazó, dándole unas palmaditas en la espalda: —Estoy aqu
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