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Capítulo 9

Todos se quedaron boquiabiertos cuando Ivor caminó hacia Bonnie y colocó su paraguas sobre ella. “¿Lista para irnos?”. Bonnie asintió. ¿Qué carajos? Los estudiantes no podían creer lo que veían. ¡Un apuesto hombre había ido a recoger a Bonnie! Estaban sorprendidos y completamente incrédulos. Cuando vieron a Bonnie y a Ivor entrar en el Maybach estacionado en la acera, sus bocas se abrieron aún más. Uno de los estudiantes reconoció el coche. “¡Es un Maybach de edición limitada! ¡Cuesta un ojo de la cara! Es posible que no puedas comprarlo aunque tengas el dinero para pagarlo”. Todos, incluida Sacha, miraron el coche deportivo de Dwayne al oír aquello. El coche era llamativo, pero no era nada comparado con el Maybach. Dentro del Maybach, Bonnie le dio las gracias a Ivor cortésmente. “No me des las gracias. Fue idea de mi abuelo recogerte”, respondió Ivor con un tono impasible. “Pero Sigmund no te pidió que salieras del coche y me cubrieras con un paraguas, ¿no?”. “Se enfadaría si no lo hubiera hecho. Pronto nos comprometeremos, así que formarás parte de la familia Knight. No podemos permitir que nadie te falte al respeto”. “Bueno, igual tengo que darte las gracias”. No le gustaba deberle favores a nadie, así que Bonnie decidió devolverle lo que hizo algún día. Ivor la miró por encima del hombro. “Si quieres agradecerme, prométeme una cosa”. “¿Qué cosa?”. “No te hagas ilusiones después de que nos comprometamos”. Bonnie se rio entre dientes. “Ya te dije que no eres mi tipo. Ni siquiera te miraría si estuvieras durmiendo desnudo en mi cama”. Ivor se enojó de repente. ¿Por qué se sentía así? Poco después, el coche se detuvo en la entrada principal del chalet. “El abuelo sigue dormido”. “Lo esperaré en la sala”. Bonnie entró en la sala y vio a Ged recostado en el sofá, mirando televisión como si viviera ahí. “Hola”, dijo Ged sin apartar la mirada de su programa de televisión. En ese momento, un objeto voló directo hacia la nuca de Bonnie. “¡Cuidado!”, gritó Ivor. Él corrió hacia ella para intentar atraparlo. Pero este objeto lo había tomado por sorpresa y no estaba lo suficientemente cerca de Bonnie, así que no pudo alcanzarla a tiempo. Bonnie colocó la mano detrás suyo y atrapó el objeto volador con facilidad. ¡Era rápida! Ged se levantó incrédulo. Ivor se sorprendió también porque Bonnie ni siquiera había parpadeado o había parecido asustada. “¡Cleano II!”. Un niño de ocho o nueve años se acercó apresurada a Bonnie con preocupación. Bonnie miró lo que había atrapado; se trataba de un robot vibrador con forma de disco. “¡Oye, ten cuidado! Me costó un mes armarlo. ¡Te haré pagarlo si lo rompes!”. El niño se sonrojó. Ged intervino: “Será mejor que hagas lo que te dice, ¿de acuerdo? Nadie se mete con el hermano de Ivor. A él solo le interesa fabricar robots. Si rompes sus cosas, se volverá loco, e incluso Sigmund podría no ser capaz de salvarte”. Ivor se acercó y miró solemnemente a Neville Knight. “Esa cosa casi la golpea. Deberías disculparte”. Neville se encogió al ver la expresión severa de Ivor. Se volteó hacia Bonnie y murmuró: “Lo siento”. Ged chasqueó la lengua. “Ese diablillo no le tiene miedo a nadie más que a ti”. “¿Por qué te importa eso?”. Neville le puso los ojos en blanco a Ged antes de arrebatarle el robot de la mano a Bonnie. “¿Qué problema tiene? La interfaz y el chip están bien. ¿Por qué perdería el control?”. Neville revisó el robot mientras murmuraba para sí mismo y se rascaba la cabeza. Bonnie se acercó al niño. “¿Es un robot de limpieza?”. “¿Sabes que lo es?”. Neville levantó la mirada con sorpresa. “Sip”, dijo Bonnie. ¿Ella se había dado cuenta de qué tipo de robot era con tan solo mirarlo? Incluso Ged y Ivor se sorprendieron. “¿Pero cómo?”, no pudo evitar preguntar Neville. “Bueno, en realidad, no es tan difícil. No es un robot de limpieza normal, sino uno específicamente diseñado para limpiar techos y candelabros, ¿verdad?”, preguntó Bonnie. Los ojos de Neville se abrieron por completo. ¿Cómo carajos se dio cuenta de esto? Bonnie estiró su mano. “Dámelo. Te ayudaré a repararlo”. “¿Eh? ¿Lo harás?”. Neville sostuvo el robot detrás de su espalda, pues le preocupaba que ella lo fuera a romper. Bonnie había impresionado a Ged, pero él pensaba que ella solo estaba tratando de presumir de nuevo. "No subestimes a ese diablillo, Bonnie. Puede que solo tenga ocho años, pero ganó el concurso de tecnología y ciencia para niños cuando tenía cinco gracias a un robot que desarrolló. Sus robots son todos muy avanzados. Simplemente no son algo que puedas arreglar, ¿entiendes?”. Bonnie miró a Ged antes de volver a mirar a Neville. “¿El robot hace ruidos fuertes cuando lo enciendes?”. “¿Cómo lo sabes?”. “Y cuando vuela, ¿siempre se desvía ligeramente de su trayectoria?”. “¿Eso también lo sabes?”. “Cuando está encendido por mucho tiempo, se sobrecalienta, lo que lleva a una pérdida de control, justo como lo que pasó hoy”. "¿Cómo rayos sabes…?”. Neville estaba tan sorprendido que no pudo terminar su oración. Bonnie continuó: “Tu robot parece tener un problema con la salida de pulso, también con los cables codificadores y los circuitos de dirección de trayectoria… Los ajustes de ganancia del servo también están un poco mal... Sólo eché un vistazo rápido antes, así que eso es todo lo que puedo decir por ahora. Puede haber otros problemas, pero tendré que hacer más pruebas”. Todos se quedaron mirando a Bonnie, estupefactos. Ivor la miró pensativo. Los ojos de Neville se agrandaron por la sorpresa. ¿Ella había podido descifrar todo eso con solo una mirada? “¿Me permites tratar de arreglarlo?”. Bonnie rompió el silencio.

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