Capítulo 39

—¿Agua hervida o Coca-Cola? También tengo cerveza fría. No estaba mal, Lourdes sabía cómo tratar a sus invitados y trajo algunas botellas de agua para Alberto. —No, vamos a empezar de una vez. Ya es tarde y una sesión de acupuntura llevará al menos media hora.—Alberto no tenía mucho tiempo que perder. Acababa de regresar y, si se quedaba fuera toda la noche, sus padres se preocuparían. —Está bien, tú dices cómo hacemos, yo cooperaré en todo. —Eh, mejor vamos a tu cama, en el sofá no se puede trabajar bien. Alberto miró alrededor. El departamento de Lourdes era pequeño, de una sola habitación y sala, y la sala era tan pequeña que el sofá no era lo suficientemente grande para un adulto. —¿Tan apurado por meterte en mi cama? Lourdes se rió al oír esto, con un toque de burla y picardía en sus ojos. —¿Quieres que me vaya? Alberto no pudo resistir la provocación de Lourdes. —No, era una broma. ¿Cómo es que un hombre como tú no entiende una broma?—Mientras hablaba, Lourdes llevó a Alberto al