Capítulo 11
Bella
Hace apenas un minuto, estaba muy preocupada por mi seguridad.
Sin embargo, pronto me di cuenta de que estaba pensando demasiado y que le estaba dando muchas vueltas al asunto cuando escuché a Herbert preguntar un poco asqueado: "¿Hace cuántos días que no te bañas? Apestas".
Sabía que estaba diciendo la verdad puesto que durante esta última semana, había enfocado toda mi atención en el presupuesto y no había tenido tiempo para bañarme.
Sin embargo, la expresión de repulsión de Herbert había herido mi autoestima.
"Iré a casa a bañarme", exclamé antes de darme la vuelta para salir de su oficina a toda prisa. Estaba muy avergonzada.
"La reunión de licitación será a las nueve en punto", Herbert me recordó. "Saldremos de acá a las ocho y media. ¿Estás segura de que puedes regresar a tiempo?"
"¿También tengo que ir a la reunión de licitación?" Pregunté, volteando.
La licitación era muy importante y el jefe siempre la había seguido de cerca. ¿Cómo podía alguien como yo, que era solo una asistente, ir con él?
Al ver la confusión en mi rorstro, Herbert me explicó con paciencia. "Tú eres quien hizo todos los cálculos. Como también hiciste las preguntas relacionadas, tendrás que ir a responderlas".
"Ya veo". Dije. Solo podía asentir. Después de todo, él tenía razón.
Ir a casa, bañarme y volver a la oficina me iba a tomar más de una hora. Eso sin contar que, como era temprano por la mañana, podía encontrarme con un embotellamiento u otra situación parecida.
"Voy a sacarle copias al presupuesto", Herbert dijo, mirando su reloj de mano. "Date prisa y sal de aquí antes de que todos empiecen a llegar".
Asentí, me fui corriendo y entré en el salón en la esquina de la oficina del director.
A pesar de que no era muy grande, había una cama de una plaza y un escritorio. Era un ambiente sencillo y limpio. Había muchos objetos que supuse le pertenecían a Herbert, De repente, me di cuenta que estaba en un lugar privado, en el que no estaba permitido la entrada de gente extraña.
Había un baño que tampoco era muy grande, pero tenía una bañera muy bonita.
Eran las siete de la mañana, así que todavía tenía tiempo para bañarme.
Cuando terminé de enjuagarme, decidí sumergirme en la bañera un rato y, después de secarme el cabello, me sentía muy cansada y todo lo que quería hacer era dormir.
Vi la hora y noté que todavía no eran las ocho. Podía tomar una pequeña siesta antes de ir a la licitación.
Decidí echarme en la cama por un momento, para descansar mis ojos. De lo contrario, me iba a quedar dormida en plena licitación.
Tan pronto como mi cuerpo cayó en la cama y cerré los ojos, me quedé dormida.
。
Dormí tan profundamente que no me desperté hasta que alguien vino y me sacudió. Recién ahí abrí los ojos.
"¿Qué estás haciendo?" Una voz fría y masculina me preguntó. "¿Sabes qué hora es?"
Levanté la vista y vi que Herbert me estaba fulminando con la mirada.
Cuando vi el reloj en la pared, noté que ya eran las ocho y veinte. Dios mío, me había quedado completamente dormida y se me había pasado la hora.
Agarré mi cabello largo con incomodidad.
"Lo siento", dije. "En serio no lo hice a propósito. Estaba demasiado cansada".
"¿Por qué llevas puesta mi camiseta?" Herbert me preguntó.
Bajé la mirada y, en efecto, estaba usando una de sus camisetas.
Herbert estaba furioso, pero yo me moría de sueño y no podía pensar con claridad.
"Allie, mi secretaria, ya está aquí. ¿Cómo vas a salir de mi oficina?" Herbert preguntó, indignado.
Estaba en un lío. Si salía de la oficina del nuevo jefe, todo el mundo me iba a ver y, en menos de diez minutos, todos en la empresa se enterarían de lo que había pasado.
"¿Qué podemos hacer?" Pregunté, cogiendo a Herbert del brazo. "Apresúrate y piensa en algo para salir de este problema".