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Capítulo 4

Al día siguiente, Patricia se levantó muy temprano y, al llegar al comedor, ya había alguien en la cocina. Era Ramón, que llevaba un delantal y estaba cocinando, con Lucía abrazándolo por detrás. Él no se resistía, e incluso de vez en cuando se giraba para mirarla, sonriendo con indulgencia. La intimidad entre ellos era evidente a los ojos de Patricia, quien de repente recordó el pasado. En aquel tiempo, había muchos sirvientes en la casa, pero Ramón siempre estaba muy ocupado, tan ocupado que era común que no volviera a casa durante toda la noche. Los sirvientes, viendo a Patricia solo como una niña a quien podían intimidar fácilmente, a menudo la descuidaban y secretamente le negaban la comida. Cuando Ramón descubrió la negligencia de los sirvientes, los despidió a todos y aprendió a cocinar para cuidar de ella, encargándose de las tres comidas diarias con meticuloso detalle. Pero ahora, Patricia ya no podía seguir queriéndolo. Si Lucía era quien podía hacer feliz a Ramón, ella solo podía desearles lo mejor. Patricia desvió la mirada en silencio y, sin darse cuenta, se encontró frente a un calendario. Lucía, sin que Patricia se diera cuenta, había salido y vio el calendario delante de ella, preguntándole de repente: —¿Para qué es este calendario de cuenta regresiva? ¿Por qué solo tiene siete páginas? Al oír la pregunta de Lucía, Ramón también miró involuntariamente hacia el calendario. Viendo que ambos estaban concentrados allí, Patricia pensó un momento y encontró una excusa al azar. —El otro día vi este calendario cuando salí con unos amigos y me pareció interesante, así que lo compré. La excusa era pobre, pero Ramón no preguntó más y cambió de tema: —Hoy voy a salir con Lucía en una cita. Lo dijo de manera directa, pensando que Patricia haría un escándalo, pero para su sorpresa, ella simplemente asintió: —Espero que se diviertan. No viendo la reacción que esperaba, Ramón debería haberse sentido aliviado, pero en ese momento, mirando a Patricia, se sentía de alguna manera sombrío. El ambiente se volvió instantáneamente más sombrío, y fue entonces cuando Lucía de repente habló. —No tienes nada que hacer en casa, ¿por qué no vienes con nosotros? Sorprendida por la invitación inesperada, Patricia se quedó pensativa, pero al final negó con la cabeza: —Tengo planes, hoy me voy a despedir de unos amigos, no puedo acompañarlos. Con solo medio mes antes del inicio de la universidad, en la reunión, todos los amigos estaban emocionados por el futuro, excepto Patricia, que se sentó aparte en silencio. Después de todo, solo le quedaban cinco días más de vida; después de cinco días, su alma se dispersaría, ¿qué futuro podría tener? Entonces, alguien notó su silencio y se acercó. —Pati, ¿no te gusta Ramón? ¿Qué tal si consideras conquistarlo antes de que termine las vacaciones? —¡Sí, Pati! Dicen que de hombre a mujer es una montaña, de mujer a hombre es solo una cortina de seda. No tienen ningún lazo de sangre, así que no seas tímida, ¡ve directamente! Mencionando esto, todos se emocionaron, comenzando a darle consejos a Patricia e incluso incitándola a consumar la relación, pero ella simplemente les sacudió la cabeza. —No, nunca podré, ni debería volver a quererlo. La reunión no duró mucho, y al final, Patricia se despidió de cada uno de ellos. —Daniela, felicidades por entrar a la universidad que querías, seguramente tendrás un futuro brillante. —Esther, tienes que cuidarte más, siempre olvidas desayunar. —Gabriela, Verónica, siempre las recordaré. ... Abrazó a cada uno seriamente, tan formal que los demás no pudieron evitar reír. —Pati, esta despedida es demasiado formal, parece como si nunca fuéramos a vernos de nuevo. No te preocupes, incluso si no estamos en la misma universidad, no te olvidaremos. Después de despedirse, se fueron uno tras otro, y Patricia fue la última en irse. Mirando sus figuras alejándose, un sentimiento de tristeza surgió en su corazón. Nunca volverían a verse. —Adiós, mis amigos. Cuando Patricia regresó a casa, Ramón ya había vuelto. Al entrar, lo vio sentado en el sofá, con una expresión sombría. Miró a su alrededor y no vio a Lucía, preguntó casualmente: —¿Dónde está Lucía? —Se fue de viaje de negocios. Al oír su respuesta, no pensó más en ello y asintió, preparándose para irse, pero en ese momento Ramón sacó un montón de cosas y la llamó con voz fría. —¡Espera! —¿Qué significa esto con las urnas funerarias y las vestimentas mortuorias?

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