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Capítulo 14

Luego de recibir la llamada de la policía, Zoey, llorando desconsoladamente, se arrojó a los brazos de Samuel: "¿Qué está pasando, Samuel? ¿Por qué quieren que vaya a la estación de policía? ¿Qué les pudo haber dicho Lucille?" Samuel la abrazó amorosamente e intentó consolarla: "Conmigo aquí, no tienes nada que temer, querida. Y no te preocupes por Lucille, me ocuparé de ella cuando llegue el momento". Zoey apoyó su rostro contra el pecho de él y susurró: "Eres tan bueno, Samuel". Él sintió que su amor por ella crecía aún más, y la condujo personalmente a la comisaría. Cuando estaban entrando a la estación de policía se cruzaron con Lucille, que se estaba marchando en ese momento. Samuel la miró con desprecio y prácticamente le escupió: "Lucille, eres cada vez más repugnante. Usar tácticas tan bajas solo para llamar mi atención. ¡Me das asco!" Lucille no tenía idea de lo que él estaba hablando, y optó por el silencio. Había tratado con muchas personas extrañas en el pasado, pero nunca había conocido a alguien con semejante nivel de narcisismo. ¿Qué absurdo delirio podría hacerle pensar a este hombre que ella estaba tratando de llamar su atención? Era innegable: Samuel y Zoey eran tal para cual. ¡Un bicho raro y una p*rra! Lucille no hizo el más mínimo intento por ocultar el desprecio en su mirada. Con un resoplido burlón, se alejó de ellos. Samuel, por su parte, pensó que Lucille se sentía avergonzada. Levantó una mano para detenerla y rodeó la cintura de Zoey con su otro brazo. "Lucille, te lo advierto. Retira los cargos de inmediato, o no solo la familia Zanes irá tras de ti, yo personalmente haré que te arrepientas. Y además, la escuela no va a tolerarlo. ¡Te expulsaran enseguida!" Lucille hizo una mueca burlona y lo miró fríamente. "¿Y eso cómo es asunto tuyo, bast*rdo?" Samuel y Zoey quedaron atónitos. Ninguno de los dos había anticipado que Lucille fuera a responder. Después de contener su furia por un largo rato, Samuel dijo: "¿Cómo te atreves a usar ese lenguaje?" Lucille levantó la mirada. Su rostro exquisito brillaba a la luz del sol, tan hermoso y delicado que era capaz de cegar fácilmente a cualquiera. "¿Y qué? ¿Tienes algún problema con eso?" preguntó con frialdad, su voz impregnada de un gélido desdén. "¡Jaja!" Una carcajada profunda y sensual resonó en el aire desde algún rincón cercano. Lucille entrecerró los ojos y giró la cabeza. Joseph estaba parado en la puerta de la estación de policía, mirándola con una sonrisa. Estaba parado ahí, alto y elegante, con un aire de nobleza imposible de ignorar. Su rostro, sorprendentemente hermoso, era casi divino en su perfección, y dejaba a todos asombrados y sin aliento. Sus ojos estaban llenos de un encanto cautivador, capaz de atrapar a cualquiera que los mirara. Observaba fijamente a Lucille. Se podía percibir un sutil tono rojizo en las comisuras de sus ojos, que irradiaban un aire fascinante y seductor. ¡Era realmente un demonio disfrazado! El pulso de Lucille se aceleró de repente, pero consiguió aplacarlo, y apartó con serenidad la mirada.  Samuel miró a Joseph con recelo, pero casi al instante se vio abrumado por la poderosa aura que emanaba de él.  Se puso bien erguido, decidido a no dejarse derrotar.  Pero Joseph ni siquiera le dirigió una mirada, y caminó directamente hacia Lucille. Lucille retrocedió sin pensarlo, pero detrás de ella había una silla. En un descuido, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. "¡Cuidado!" Joseph soltó un grito de inquietud y se acercó a ella raudamente. Rodeó su cintura con una mano ardiente y tiró de ella hacia delante. Lucille gritó, sorprendida, y de repente se encontró en brazos de Joseph. Podía percibir el aroma de las hierbas medicinales en todo su cuerpo. Estaban apretados el uno contra el otro, en una pose muy sugerente, que insinuaba la existencia de algo más profundo. Lucille fue la primera en recuperar la compostura. Una inusual expresión de vergüenza y molestia se reflejó en su rostro, habitualmente tranquilo. Imperturbable, Joseph la sostenía por la cintura en un firme abrazo, y sus delgados labios se curvaron en una sonrisa seductora. "Señorita Lucille, ¿está usted tratando de seducirme? Al parecer, no me queda otra opción más que entregarme a usted" dijo con un encanto juguetón. Cuando Lucille recobró el uso de sus facultades, se dio cuenta de que lo estaba abrazando fuertemente por la cintura. Con las orejas rojas a causa de la vergüenza, lo empujó irritada. "Eso fue un accidente" dijo. Joseph rio suavemente. Su mirada se detuvo en el lóbulo sonrosado de su oreja, y sus ojos se oscurecieron con deseo. Lucille abrió la boca para hablar, y justo entonces un grupo de personas irrumpió en la habitación. Se trataba de los padres de los estudiantes. Entrecerrando los ojos, Joseph agarró a Lucille, que estaba a punto de irse. "Ven conmigo" dijo. Haciendo caso omiso de su forcejeo, él la tomó de la mano y la condujo a través de una puerta lateral. Zoey, apoyada en los brazos de Samuel, los vio marcharse, con sus celosos ojos a punto de estallar. ¡Una vez más! ¡El Sr. Joseph había aparecido otra vez para ayudar a esa despreciable mujer, Lucille Jules! ¡Mald*ta sea! ¿Qué tenía de especial esa p*rra? ¿Por qué el Sr. Joseph solo tenía ojos para Lucille, y no para ella? "Samuel..." Zoey se mordió el labio, con un tono quejumbroso una vez más. "Lucille sigue siendo tu prometida, incluso si es solo de nombre. ¿Cómo puede coquetear de esa manera con otro hombre frente a ti?" El rostro de Samuel se ensombreció de inmediato. Aunque fue él quien la había engañado primero, ¡era un hombre! Era algo sabido que la mayoría de los hombres eran infieles en sus relaciones de todos modos.  Pero Lucille era una mujer. ¡¿Cómo podía flirtear descaradamente con otro hombre frente a él?! En los viejos tiempos, ¡eso se castigaba con la muerte! "¡Qué z*rra sinvergüenza!" dijo Samuel enfadado. “¡Romperé el compromiso con ella lo antes posible! Zoey, mi esposa sólo puede ser alguien pura y bondadosa como tú". Zoey bajó la cabeza, ocultando el brillo de triunfo en sus ojos. "Samuel, eso es muy amable de tu parte, pero..." Fingió un suspiro de decepción. "Solo soy la hija adoptiva de la familia Jules, a diferencia de Lucille, que posee una gran cantidad de acciones del Grupo Jules. Tu familia definitivamente me miraría con desprecio". Samuel respiró hondo y dijo: "No te preocupes. Hablaré con el Sr. Jules y encontraremos una salida". Lucille no era más que una tonta; ¿qué derecho tenía ella a poseer tantas acciones? Debería entregárselas todas a Howard, y este podría darle la mitad a Zoey para que las usara como su dote, ¡y así casarse con él! ...... En el Maybach. Joseph, llevando a Lucille de la mano, subió al auto y le dijo: "Lo siento, es que fue todo muy repentino. Tenía miedo de que intentaran hacerte daño". Lucille bajó la mirada hacia la fuerte mano que sostenía su muñeca, y entrecerró los ojos. Había pensado que Joseph era un hombre frágil, y ahora se encontraba sorprendida por su fuerza. "Suéltame" murmuró. Joseph arqueó una ceja y soltó su mano con calma. "Señorita Lucille, ¿no quiere saber por qué estoy aquí?" Lucille miró por la ventana mientras se frotaba la muñeca dolorida. "¿Estás aquí para ayudarme?" preguntó con un tono escéptico. Joseph la miró con un brillo juguetón en los ojos. "Bueno, esa es una posibilidad". Lucille se quedó momentáneamente desconcertada y su expresión se ensombreció. "Joseph, no me gusta andarme por las ramas. ¿Qué es lo que buscas acercándote a mí?" Joseph levantó una ceja y respondió con otra pregunta: "¿Cómo me llamaste?" Conteniendo su ira, Lucille respondió con los dientes apretados: "Joseph". Los delgados labios de Joseph se curvaron ligeramente. "Me gusta". Lucille permaneció en silencio, sin saber exactamente qué decir a continuación. ¿Tenía él algún tipo de problema? Ella había hecho una pregunta, pero él la había ignorado. ¿Podía alguien ser realmente tan despectivo? Lucille respiró hondo y abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera hacerlo, él la interrumpió: "Es hora de cenar". El significado de sus palabras era obvio.  Lucille miró hacia adelante y dijo: "No tengo dinero". "No hay problema” dijo Joseph, con una sonrisa cargada de intención. "Yo te invito". Le dio instrucciones a Culver: "Vamos a Roger's Fine Dining". Lucille enarcó las cejas, con la repentina sensación de que algo no cuadraba.  ¿Había sido engañada? Roger's Fine Dining estaba situado en el corazón de la ciudad de Shein. Su ambiente tranquilo y sus platos exquisitos lo hacían destacar de entre los bulliciosos alrededores. Sin una reserva, no había manera de que uno pudiera entrar. Sin embargo, una sola llamada telefónica fue todo lo que hizo falta para que los recibieran efusivamente. Cuando Lucille bajó del auto, vio que había una casa de empeño, llamada Mount Ocean House, justo al lado de Roger's Fine Dining. Se rumoreaba que la enigmática figura detrás de Mount Ocean House era un magnate, poderoso y misterioso, conocido en todo el mundo. Los rumores sobre su verdadera identidad circulaban entre la élite, pero nadie se atrevía a pronunciar su nombre en voz alta. Mount Ocean House ostentaba una impresionante colección de tesoros de renombre mundial, obtenidos a través de métodos desconocidos. A pesar de los riesgos potenciales que ello representaba, subastaban audazmente sus hallazgos, poniendo de manifiesto su actitud temeraria. La mirada de Lucille se detuvo en Mount Ocean House, y sus ojos brillaron con un brillo indescifrable.  Había soñado con visitar el lugar, pero nunca había esperado que un giro del destino la trajera hasta aquí. "Sr. Joseph, por favor entre. Tengo algunos asuntos pendientes que atender" dijo Lucille, excusándose. "¿Cómo acabas de llamarme?" Joseph frunció el ceño, confundido. Lucille dejó escapar un profundo suspiro, y de mala gana dijo: "Joseph". Joseph asintió satisfecho. "Estaré esperándote adentro". Mientras él se alejaba, Lucille no pudo evitar poner los ojos en blanco y murmurar: "¡Eres imposible!" Lucille, con su bolso bien sujeto, entró a paso decidido en Mount Ocean House.

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