Capítulo 42

Es la primera vez en mi vida que digo algo tan descarado. Adrián se quedó levemente atónito y luego respondió con frialdad:—Te estás haciendo ideas. Yo,—... Él se giró para cortar la fruta, colocándola meticulosamente en el plato, como si fueran soldados alineados esperando ser inspeccionados. Al ver la fruta en el plato, de repente sentí una cierta tentación de ir a explorar de nuevo su habitación. —¿Por qué no comes? ¿Solo te parece tentador mirarla?—la abuela Sara se acercó para burlarse de mí. Me di cuenta de que la abuela Sara no era una persona común. Cuando insultaba a alguien, podía hacerlo con las manos en la cintura, pero cuando se preocupaba por alguien, era dulce y considerada. Y si se trataba de contar un chiste subido de tono, no tenía reparos en decirlo. —Solo estaba esperando por usted, trabajó duro defendiéndome hace un momento,—le respondí juguetona, mientras le pasaba el trozo más grande de sandía. La abuela Sara no dudó en aceptarlo y le dio un mordisco.