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Capítulo 8

Esas palabras resonaron en los oídos de Silvia como si él mismo la hubiera apuñalado con todas sus fuerzas. Aunque se sintió mal al ver las noticias sobre él y Elena, todavía albergaba la esperanza de que quizás solo fuera un accidente. Pero ahora, al escuchar esas palabras de sus propios labios, el dolor se hizo en verdad insoportable. Incluso sintió una opresión en el pecho. —¿Qué sucede? —la voz grave de Diego llegó en ese instante, su tono era mucho más distante que antes, como si ella fuera alguien insignificante y fácil de descartar para él. Silvia aún quería confirmar: —¿Qué están haciendo ustedes? —¿Llamaste solo para preguntar esas tonterías? —Diego respondió con otra pregunta sin responder. Silvia se sintió profundamente decepcionada, ajustó su estado de ánimo y no perdió más tiempo en eso: —Mi maleta, devuélvemela. La respuesta fue el sonido nítido de Diego colgando el teléfono. Silvia volvió a llamar. Necesitaba recuperar sus documentos lo antes posible; cuanto más tiempo pasaran en su poder, más riesgo había de que algo saliera mal. Pero esta vez, Diego no contestó. Elena, viendo la llamada entrante en su celular etiquetada como Silvia, preguntó cautelosa: —¿No vas a contestar? —Hay un orden para todo, primero te acompaño a ver televisión. —Diego dejó el celular sonando a un lado sin atender ni colgar. Elena rodeó su brazo, su apariencia sensual en una camisola después de la ducha: —No quiero ver televisión, quiero hacer mejor otra cosa contigo. Se acercó aún más a él. Con solo bajar la mirada, Diego podría ver el escote tentador de Elena. —Compórtate. —Diego la detuvo enseguida, sin mostrar interés en sus avances: —Tu prioridad ahora es cuidarte bien. —¿Es que no me quieres y por eso me rechazas? ¿Verdad?— Elena se mostró dolida. Diego la tranquilizó: —No es eso. Elena preguntó: —Entonces, ¿por qué prefieres besar a Silvia y no ser íntimo conmigo? —Eso fue un acto crucial frente a Carlitos. —Diego apartó su mano de su brazo y cambió sutilmente de tema: —No tienes que preocuparte por sentirte por debajo de Silvia en mi corazón, tú eres la persona más importante para mí. Elena lo abrazó conmovida, pero en el fondo sentía una terrible inquietud. Era consciente de que algún día él descubriría que la persona que lo había salvado de niño no era ella, sino Silvia. Si eso sucedía, perdería todo lo que tenía. En ese momento, no tendría nada que hacer. Una hora más tarde. Silvia recibió un mensaje de Diego, breve y directo: [Ven a buscarla tú misma.] Incluía le envió la ubicación de Villa Jardín. Sin dudarlo dos veces, le dijo a Carlitos que saldría a hacer un recado y se dirigió directamente allí. Al llegar, Villa Jardín estaba desierta, las puertas cerradas, sin ruido alguno en el interior. Llamó a Diego, pero no respondió. En ese momento, comprendió que Diego la estaba manipulando a propósito. No dispuesta a tolerarlo por más tiempo, le envió un mensaje: [Si no llegas en treinta minutos, llamaré a los bomberos para que me ayuden a abrir la puerta.] Todavía no estaban oficialmente divorciados, así que ella también tenía derecho a hacer uso de la casa. Diego no esperaba que ella reaccionara así. Treinta minutos más tarde. Él regresó con Elena. Viendo lo cercanos que parecían estar, Silvia no mostró su enfado ni sarcasmo, solo se acercó y le preguntó: —¿Por qué no contestaste la llamada? —¿Por qué habría de hacerlo? —Diego respondió sin emoción, mirándola con desprecio como si fuera una extraña: —¿Acaso eres alguien importante?

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