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Capítulo 14

Silvia se detuvo un momento. No esperaba que él supiera eso. —Entonces, ¿ya sabes que papá y yo nos divorciamos? —había estado pensando en cómo decírselo para minimizar un poco el daño. Carlitos confirmó con su pequeña cabeza: —¡Sí! Silvia lo abrazó, sintiéndose culpable: —Lo siento mucho. —Mamita no pienses en eso. —la cara inocente de Carlitos se llenó de compasión mientras tomaba su mano: —Tranquila mami que no perderás mi custodia. Silvia se sorprendió. Su corazón pareció detenerse de golpe. ¿Carlitos no quería irse con él? —Aunque me quede con papá, la persona que más amo eres tú. —Carlitos levantaba su cabecita, y por enésima vez pensaba que su mamá era realmente ingenua: —Te extrañaré todos los días y siempre vendré a verte en las vacaciones. Silvia sonrió de repente, sus ojos se llenaron de lágrimas sin saber cuándo sucedió. —Deberías dejar que papá me llevara, para que se dé cuenta de lo agotador que es criar a un hijo. —la voz de Carlitos era suave y firme, pero sus palabras sonaban como las de un adulto. —No quiero. —Silvia sentía que lo más grande que había recibido en la vida era tener una madre que la amara tanto y a Carlitos: —No quiero que estés en un hogar así, quiero que tu infancia y tu futuro estén llenos de felicidad y amor. Solo así, el corazón del niño sería saludable. Si él continuaba viviendo cerca de Alejandro, María y Diego, podría no ser evidente al principio, pero con el tiempo sería muy fácil enredarlo. Como Alejandro pensaba que ser infiel era común en su círculo, su hijo Diego también daba por hecho que mantener la estabilidad en el hogar mientras si tenía una pareja inapropiada en el exterior no era nada exagerado. No quería que Carlitos se desviara. Su Carlitos debería ser un niño sano de cuerpo y mente. —Mamita a veces cree mucho. —Carlitos la abrazó de nuevo, sus ojos redondos y grandes mostraban cuánto le importaba y la amaba: —Pero también es una mami muy maravillosa. Al oír esto, Silvia acarició amorosamente su cabeza, sintiendo que todo lo que había hecho había valido la pena. —Mamá. —la llamó Carlitos de manera adorable. Silvia: —¿Sí dime? Su pequeño rostro mostraba algo de preocupación: —Papá, ¿se divorció de ti por esa secretaria hoy? La mirada de Silvia se detuvo un momento. —Vi el tema de tendencia de hace un par de días, y hoy papá dijo que se iba de viaje de negocios, pero en las horas siguientes, sus pasos seguían aumentando de forma impresionante. —Carlitos hablaba con voz suave y melosa, como un adulto pequeño. —Es que... —Silvia no sabía cómo empezar, temiendo que él no pudiera aceptarlo. También se dio cuenta en ese momento de que Carlitos tenía una extraordinaria habilidad para descubrir cosas incluso mayores que la suya, a pesar de su corta edad, cómo sabía que se podía determinar algo por los pasos recorridos. —No te preocupes por eso, no me sentiré mal. —Los grandes ojos de Carlitos mostraban cuánto le importaba. Él sabía muy bien que, aunque su padre fuera infiel, no dejaría de preocuparse por él, pero no amaría a mamá como antes, y lo que en verdad le preocupaba era que mamá no pudiera soportarlo. Silvia no dijo nada, solo lo tranquilizó: —Aunque papá y mamá se hayan divorciado, ambos te amaremos con el alma. Terminada la conversación. Silvia se llevó a Carlitos a jugar un rato para distraer su atención. Durante los siguientes dos días, comenzó a buscar casa y trabajo. Volver al mundo laboral después de cinco largos años sin trabajar era realmente difícil, incluso con un excelente historial académico no tenía mucha ventaja, considerando que había cantidad de graduados de universidades prestigiosas, demasiados como para hacer una diferencia. Ana la llamó para preguntar cómo estaba y al enterarse sugirió: —¿Por qué mejor no vienes a trabajar a nuestra empresa? Te daré el mejor salario. —No te preocupes, buscaré un poco más. —Silvia no quería causarle problemas, iría con calma si lo hacía bien, pero si lo hacía mal, sería muy fácil causar problemas a Ana: —Si no encuentro nada que hacer, entonces recurriré a ti. —Déjame ver tu currículum, yo te lo mejoraré. —sugirió Ana. Silvia accedió. Además de ocasionalmente aceptar papeles de personajes secundarios con poco protagonismo pero bien queridos por el público, Ana era la presidenta de una compañía de entretenimiento bajo el Grupo Financiero Rodríguez. En cuestiones de revisar currículums, nunca fallaba. Era confiable. —Todavía eres tan sincera como cuando acabaste la universidad. —Ana no pudo evitar decirlo al ver su currículum: —¿No aprendiste en verdad nada de ese hombre despreciable con quien estuviste casada tanto tiempo?

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