Capítulo 122
¡No hay cosas tan fáciles!
Rubén tomó una decisión y dijo apresuradamente: —Héctor, dame dos días, ¡te juro que ella me devolverá el dinero!
—No me importa cómo consigas el dinero. Solo te voy a decir algo: si en dos días no pagas, cada día te corto un dedo.
Héctor lo miró de arriba abajo con una sonrisa oscura, amenazándolo. —Y si después de quedarte sin dedos sigues sin pagar, no tendré más remedio que vender todo lo valioso que tengas en el cuerpo.
—¿Entendido?
—¡Entendido, entendido! —Rubén asintió frenéticamente, aterrorizado como si estuviera frente a la misma muerte.
Durante los siguientes dos días, Rubén no dejó de aparecer en la entrada de la escuela de Ángeles, esperando poder encontrarla. Si no fuera porque los guardias de seguridad le impedían el acceso, ya habría irrumpido para exigirle el dinero en persona.
Cuando se acercaba la fecha límite de los dos días, Rubén estaba tan desesperado que daba vueltas de un lado a otro. Mientras evaluaba si era posible salta

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