Capítulo 377
Camila se acercó a Héctor con la intención de detener aquel juego peligroso. —Héctor, no le hagas caso a Alarico. Esto podría dañar tu cuerpo. Si realmente necesitas dinero, puedo...
Héctor miró a Camila, y ella rápidamente cerró la boca.
No lo dijo a propósito; simplemente no quería que él se lastimara.
Héctor se dirigió al capataz. —Podemos empezar.
El capataz colocó una bolsa tras otra de cemento sobre los hombros de Héctor, acumulando rápidamente hasta ocho bolsas.
Luego, el capataz añadió la novena y décima bolsa de cemento sobre los hombros de Héctor.
Alarico observaba emocionado y, aplaudiendo, exclamó: —¡Oh, Héctor! No esperaba que te esforzaras tanto por dinero; cien dólares, doscientos dólares.
Alarico arrojó doscientos dólares al suelo.
El capataz agregó la undécima y duodécima bolsa.
—Trescientos dólares, cuatrocientos dólares.
Alarico continuó lanzando dinero al suelo.
Con doce bolsas de cemento sobre él, la cara de Héctor no mostraba emoción, pero las gotas de sudor en su

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