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Capítulo 6

Desde ese día, Felipe nunca volvió a casa. Serena y Sara, de manera tácita, nunca más lo mencionaron. A medida que se acercaba la fecha del cumpleaños, Serena y Sara prepararon tarjetas de invitación para llevarlas a la escuela y repartirlas a sus compañeros. Sara le dijo felizmente que todos los compañeros invitados habían aceptado. Dos días antes del cumpleaños, Serena se encontró con Felipe y Lilia en la escuela. Pepe estaba de pie entre ellos, llorando con la cabeza gacha. Felipe y Lilia lo estaban consolando. Pepe cometió un error y Felipe, como padre, fue llamado a la escuela. Serena encontró irónica esta escena, ya que Felipe nunca se había preocupado por Sara. Sin embargo, se esforzaba por ser un buen padre para el hijo de otra persona. Esto es lo que se llama 'querer al perro por amor a su dueño'. Serena apartó la mirada y miró a Sara, que salía del aula. Sara pasó al lado de Felipe, detuvo sus pasos por un momento y saludó: —Señor Ruiz, señora Vega. Felipe se dio cuenta de ella y la miró. —Señorita Castillo, ¿viniste a recoger a tu hija?— Lilia vio a Serena y la saludó con entusiasmo. Serena asintió con la cabeza, —Sí. —Qué envidia me das, tu hija es tan obediente, a diferencia de mi hijo, él siempre está metiéndose en problemas.— Lilia se quejó, —Ambos son niños sin padre, ¿cómo es que has criado a tu hija tan bien? Serena no dijo nada. Sara fue la primera en hablar, mirando a Felipe, —¿Él no tiene un padre aquí? Que su padre lo discipline bien y ya está. Felipe se sintió culpable y no se atrevió a mirar a Sara a los ojos. —Cariño, no hables tonterías, él y yo solo somos amigos...— Lilia se sonrojó. Sara se puso los ojos rojos, no quería escucharla y les dijo adiós. —Adiós, señor Ruiz. Adiós, señora Vega. Sara tomó de la mano a Serena y las dos se marcharon. Serena sintió que Felipe la estaba mirando, y aún la seguía observando incluso después de haberse alejado mucho. Felipe, tienes una última oportunidad. Esa noche, Felipe regresó a casa. Sara estaba de mal humor, y Serena la acompañó dibujando. Al oír el sonido de la puerta abriéndose, ambas miraron hacia allá al mismo tiempo. —Señor Ruiz. —Has vuelto. Ellas lo saludaron activamente. Felipe asintió con indiferencia y le entregó la caja de regalo a Sara. —¿Es para mí?— Sara se sorprendió, ya que era la segunda vez que recibía un regalo de Felipe. —Sí. —Gracias, señor Ruiz. Sara no pudo contener su emoción y abrió la caja de regalo. Dentro hay un pequeño carro construido con piezas de Lego. Serena frunció el ceño. Lo había visto en el Instgram de Lilia. Era uno de los muchos regalos que Felipe le había dado a Pepe. Es lo que Pepe no quería. —Educa bien a tu hija para que no diga tonterías en el futuro.— Felipe reprendió a Serena. —Si no tienes nada importante, evita aparecer frente a Lilia. Él regresó para advertirle. Estaba preocupado de que ella le dijera a Lilia algo que no debería. Serena respondió con una sonrisa fría, —Bien. —¿Algo más?— preguntó Serena al ver que Felipe no se movía. Felipe la miró y dijo, —Cambia de guardería infantil por Sara. Puedes elegir la que quieras, yo me encargaré de la matrícula. Serena se sorprendió. ¿Lo hace para evitar problemas futuros? Ella sintió dolor en su corazón. Miró a Sara, quien bajó la cabeza y sus lágrimas ya habían caído sobre el carrito. —Bien.— Serena sabía que no tenía sentido negarse. Felipe logró su objetivo y se preparó para irse. Sara se levantó de repente y corrió hacia él. —Señor Ruiz, pasado mañana es mi cumpleaños, ¿podrías acompañarme? Solo una vez, solo esta vez.— Sara reunió todo su valor, con las lágrimas aún marcadas en su rostro. Serena sintió un profundo dolor en su corazón. Desvió la mirada, incapaz de soportar verla. Felipe guardó silencio. Sara siguió mirando hacia arriba, esperando su respuesta.

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