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Capítulo 7

Cuando recién empezaban, Alejandra solo le había dado un besito en la mejilla frente a unos amigos, sin pedirle permiso. Por eso, Ramón se enojó tanto que dejó de hablarle durante varios días. Resultó que Ramón nunca fue un hombre reservado. Simplemente, con Alejandra, siempre había sido frío como un témpano. Alejandra sintió una punzada en el estómago. 'Qué asco.' Se levantó de golpe y salió del lugar. Justo al cruzar la puerta, Ramón la vio y, asustado, empujó a Pilar. Fue entonces cuando todos los presentes se dieron cuenta de que Alejandra estaba allí. Apenas salió, Pilar corrió tras ella y la alcanzó, agarrándola con fuerza del hombro. —¡Jandra! ¡No fue lo que parece! ¡No es lo que estás pensando…! —Suéltame. —frunció el ceño Alejandra, sin intención alguna de escuchar sus explicaciones. Pero Pilar no solo no la soltó, sino que la apretó con más fuerza. —Dime algo, ¿y si justo ahora me caigo aquí? ¿Tu familia crees que diría que tú me empujaste? Apenas terminó de decir eso, Pilar soltó un grito dramático y cayó de espaldas, estrellándose contra la enorme pared de cristal del restaurante. En cuanto los Gómez escucharon el estruendo, salieron alarmados. Y lo primero que vieron fue a Pilar tirada en medio de los vidrios rotos, con la cabeza ensangrentada y cortes por todo el cuerpo. —¡¿Alejandra Gómez estás loca, querías matarla o qué?! —gritó Mauricio desesperado, corriendo a abrazar a Pilar. Antes de que Alejandra pudiera decir una sola palabra, Braulio se le fue encima y le soltó una bofetada brutal. —¡Maldita! Alejandra cayó al suelo. Al escupir, notó sangre mezclada con pedazos de diente. Una de sus muelas había volado con el golpe. Abrió la boca, quería explicarse… Pero al ver las miradas llenas de rabia, de rencor, de odio de su propia familia, como si quisieran devorarla viva… Las palabras se le atoraron en la garganta. No salieron. No pudo. Su propia sangre prefería creerle a Pilar, una completa extraña. No importaba lo que dijera, para ellos siempre sería mentira, siempre sería la peor de las culpables. Acurrucada en los brazos de Mauricio, Pilar sollozaba con la voz entrecortada, —Jandra, si de verdad me odias… solo dímelo. Me iré para siempre, desapareceré de este mundo si eso te hace feliz… Si estás enojada porque me quedé con Moncho, te lo devuelvo, te lo juro, solo dime qué necesitas para que estés bien… pero por favor… ¡no me pegues más…! La actuación de Pilar fue tan convincente que logró que se les enrojecieran los ojos a todos los Gómez. —¿Alejandra Gómez, de verdad hiciste esto porque crees que Pili me quitó de tu lado? —Ramón la miraba como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Alejandra lo sostuvo con la mirada, paralizada. Luego, se le escapó una risa amarga, mientras escupía otra bocanada de sangre. 'Así que esto es lo que se siente cuando el corazón se te congela por completo… hasta ganas de reír te dan.' Ramón vio esa risa en su rostro, justo en ese momento, y la decepción lo consumió por completo. —¿Sabes qué? Ahora ya ni siquiera te odio. —Lo que odio es al idiota que fui, por haberme enamorado alguna vez de una víbora como tú. —Ojalá te mueras, Alejandra. Lo deseo con todo mi ser. Con esas palabras, se dio media vuelta y se fue, abrazando a Pilar, acompañado por los Gómez rumbo al hospital. Alejandra los miró alejarse. Y aun así, su risa no se detenía. Los transeúntes comenzaron a mirarla de reojo, pensando que se había vuelto loca. Ella seguía tirada en el suelo, sin fuerzas para levantarse. Su corazón… ya estaba hecho pedazos. No quedaba ni una sola parte sana. Ya no podía dolerle más. Sus ojos oscuros no reflejaban ni rencor, ni ira. Solo una frialdad tan abismal que rayaba en la indiferencia absoluta. 'Está bien… En tres días más, ya no tendrán que volver a ver a esta mujer despreciable que soy.' Cuando por fin regresó a casa, el bullicio que se escuchaba dentro se cortó de golpe. Todos la miraron como si no creyeran que hubiera tenido el descaro de volver. Como si vieran a un perro al que le habían roto las patas y lo habían echado a la calle… y aun así, arrastrándose, había regresado.

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