Capítulo 59

Leticia ya no pudo mantenerse tranquila. La expresión de Ignacio le daba la impresión de que, mientras ella dormía, había hecho el ridículo de nuevo. Sujeció con fuerza el vaso de café. El apretón fue tan fuerte que el vaso de papel se aplastó, derramando café por todas partes y manchándose. Recobró el sentido, sobresaltada. Otra vez… qué vergüenza. ¿Qué estaba pasando? Ignacio dijo: —Tú misma resuélvelo, tenemos que pasar la noche aquí. Y después se subió al coche. Leticia no sabía qué decir. Se frotó la mancha de café en su ropa, pero al hacerlo, acabó manchándose las manos. Ignacio arrancó el coche, bajó la ventana y le pasó un paquete de servilletas. Leticia extendió la mano y las tomó: —Gracias. Sacó una servilleta y empezó a limpiarse las manos y la ropa. Aunque no quedó completamente limpio, al menos estaba mejor que mojada. Terminó y se subió al coche. Dejó las servilletas en el asiento trasero. Ignacio puso en marcha el coche. Leticia preguntó: —¿A dónde vamos ahora? —A comer.