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Capítulo 5

Laura no recordaba en qué momento había colgado el teléfono. Se calmó un poco antes de hablar: —Una amiga mía se va a casar, ¿acaso ustedes quieren asistir? Con Víctor y Manuel volviéndose cada vez más distantes, y sabiendo que después de su regreso a Monteluz probablemente no se volverían a ver, ni siquiera como amigos. No había necesidad de decirles la verdad sobre su propia boda. Al oír sus palabras, Víctor y Manuel se miraron entre sí, sintiendo algo extraño. Pero no pensaron mucho en ello, simplemente dijeron: —No, ve tú sola, estoy ocupado con la empresa. Después de hablar, y todavía molesto por el accidente de Sonia, Víctor se retiró fríamente con unos documentos al estudio. Manuel, con el rostro sombrío, añadió: —Sonia se lastimó hoy por tu culpa, deberías ir a disculparte con ella. De lo contrario, no tengo interés en acompañarte a ninguna boda. Dicho esto, se dirigió a su habitación con paso firme. Laura soltó una risa de autodesprecio y no respondió. A la mañana siguiente, Laura se levantó para preparar el desayuno. Al salir, descubrió que el salón estaba lleno de jarrones con flores, desprendiendo un suave aroma. El polen, llevado por el viento, llenaba el aire. La cara de Laura se puso pálida de inmediato, y su respiración se volvió cada vez más agitada. Ella tenía asma y era alérgica al polen. Luchaba por respirar, con la respiración pesada y el pecho subiendo y bajando, y empezaba a ver todo oscuro. Apenas llegaba aire a sus pulmones, respirar era muy difícil. —La medicina... Laura, tambaleándose, llegó al botiquín para buscar su medicamento para el asma. Pero sus manos, moviéndose erráticamente y perdiendo fuerza, accidentalmente derribaron algunos jarrones del mueble cercano. Estruendo... Los jarrones cayeron al suelo, rompiéndose en pedazos, las flores y el agua se esparcieron, creando un caos. Al oír el sonido de los jarrones rompiéndose, Víctor y Manuel acudieron rápidamente. Al ver el desorden en el suelo, no se detuvieron a mirar el apuro de Laura, sino que se enfurecieron. —¿Qué estás haciendo? En ese momento, Laura acababa de agarrar su medicina, incapaz de distraerse para responderles. Manuel, con una expresión de pánico, se precipitó hacia ella y la empujó bruscamente a un lado, luego se agachó ansiosamente para recoger las flores restantes. —Ah... Laura, débil, fue empujada con fuerza, golpeándose la rodilla contra el borde del mueble, raspando la piel y dejándola roja e hinchada. Sosteniendo el frasco de medicina, sus manos temblaban sin cesar, su respiración cada vez más rápida. Finalmente, logró abrir el frasco y encontrar el aplicador. Como si hubiera encontrado un salvavidas, se aplicó el medicamento mientras cojeaba hacia un rincón. El medicamento ingresó en su tráquea, aliviando un poco la sequedad y el dolor. A duras penas salvó su vida, pero en ese momento, Víctor y Manuel seguían ocupados recogiendo las flores y los pedazos de los jarrones del suelo.

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