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Capítulo 3

Observando a los dos hombres nerviosos frente a ella, Laura dijo con calma: —Son solo fotos, podemos tomar más cuando queramos. —Con todo quemado tan completamente, solo nos queda tomar nuevas fotos, sería una buena excusa para viajar, algo que no hemos hecho en mucho tiempo. Víctor, buscando consuelo, asintió, y esto dio pie a que Manuel agregara rápidamente: —Esta vez podemos llevar a Sonia, ella siempre dice que nunca ha viajado. Al oír esto, Laura soltó una risa de autodesprecio. Víctor y Manuel pensaron que había aceptado la propuesta, lo que les alivió inmediatamente. Estaban a punto de entrar cuando notaron que varios maletas habían aparecido de repente en el salón, que no estaban allí cuando salieron por la mañana. —¿Y esto qué es? —Preguntaron ambos al unísono. Laura echó un vistazo y respondió: —Oh, he renunciado a mi trabajo, estoy planeando cambiar a otro. ¿No le gustaba mucho su trabajo anterior? La misma duda surgió en ambos. La Laura de hoy era inusual, misteriosamente, haciendo que Víctor y Manuel se sintieran algo inquietos. Manuel movió los labios, queriendo preguntar más, pero un abrupto timbre interrumpió el silencio. Víctor contestó la llamada, y del otro lado vino la voz ansiosa e insegura de Sonia. —Víctor, de repente se fue la luz en mi casa, tengo mucho miedo... ¿Qué hago? Al oír esto, la expresión de Manuel cambió, apresurándose a responder antes que Víctor: —No tengas miedo, Sonia, voy para allá ahora mismo. Víctor frunció el ceño, su rostro usualmente calmado mostraba una clara tensión. Preocupados por Sonia, Víctor y Manuel cogieron las llaves del coche y salieron juntos. Laura, sin embargo, permaneció serena de principio a fin. Después de que se fueron, llamó a Beatriz. Desde niña había vivido con Beatriz, quien la trató muy bien y la consideraba como a una hija. Ahora que se iba, naturalmente quería despedirse apropiadamente de Beatriz. Al escuchar que Laura se iba a casar, el tono de Beatriz estaba lleno de renuencia, pero aún más de sorpresa: —Lala, ¿Víctor y Manuel saben que te vas a casar? Laura pausó un momento y respondió: —No lo saben, Beatriz, por favor, también guárdame el secreto, no quiero más complicaciones. Con esas palabras, el otro lado del teléfono también cayó en silencio. Beatriz suspiró profundamente: —Ay, desde pequeña has sido su tesoro, cualquiera podría ver que esos dos hombres te adoran, siempre estaban contigo, pensé que al final escogerías a uno de ellos para casarte, qué lástima... Laura sonrió levemente, diciendo con tranquilidad: —No hay nada de qué lamentarse, no somos compatibles. Al oír esto, Beatriz no insistió más y dijo: —Lala, sabía que tarde o temprano volverías a casa, solo no esperaba que fuera tan pronto. Te he visto crecer desde niña, ven a visitarme antes de irte, si te vas a Monteluz, quién sabe cuándo podremos volver a vernos... Laura sonrió, su tono un poco coqueto: —Lo haré, tengo algunos regalos para ti, también voy a extrañarte. Después de hablar un poco más, Beatriz finalmente colgó el teléfono. Justo después de colgar, otro llamado llegó. Era el director de la compañía de Laura. —Lala, uno de tus diseños en la empresa ganó un premio, el trofeo acaba de llegar. Como renunciaste, no lo recibiste, así que le pedí a Sonia, a quien supervisabas, que te lo lleve a tu casa. Justo cuando acabó de hablar, sonó el timbre. Laura colgó y abrió la puerta, solo para encontrarse con Sonia sosteniendo el trofeo en la entrada.

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