El beso pareció durar una eternidad.
Elliot no soltó a Avery de su agarre hasta que oyó el sonido de alguien golpeando la ventanilla del coche.
Mike estaba mirando fijamente con confusión hacia el interior del coche.
Avery estaba tan sorprendida que se le fue el color de la cara.
Ella estaba a punto de abrir la puerta y salir cuando Elliot se aferró a ella y dijo con voz ronca: “Los cristales están tintados. No puede vernos”.
¡Avery se sintió aliviada!
El beso la había sumido en un frenesí de emociones.
Sus mejillas estaban inusualmente sonrojadas y su pelo era un desastre. ¡Elliot le había quitado la chaqueta y la había tirado al suelo!
Avery recogió su chaqueta.
Elliot le dio una botella de agua.
“¡No la quiero!”, espetó ella mientras lo miraba con frialdad.
Pensar en lo que le acababa de hacer la enfurecía tanto que la cabeza le palpitaba.
Prefería morir de sed antes que beber el agua que él le estaba ofreciendo.
Elliot ignoró la mirada de odio que le lanzó Avery.
Toda