Capítulo 40
Después del almuerzo, Marcos y Guadalupe salieron de la habitación privada. Marcos aún parecía hosco.
Guadalupe tomó su mano y dijo con una sonrisa: "¡Papá, no te enojes tanto, por favor!".
Marcos miró a su amada hija y forzó una sonrisa.
Al ver eso, Guadalupe no pudo evitar reírse. "Es una sonrisa tan falsa".
Entonces, Marcos se divirtió de verdad. "¿Qué puedo decir? En la escuela, te hubieras vengado si alguien te intimidara. Has crecido, pero has perdido tu espíritu. Hagas lo que hagas, te protegeré".
Al escuchar las palabras de Marcos, Guadalupe dejó de sonreír. "Soy adulta ahora. Por supuesto, no puedo ser tan impulsiva como antes".
Marcos pensó en el pasado. Empezó a hablar de la vida rebelde de Guadalupe en la escuela. Mientras hablaba, se olvidó del asunto que lo molestaba.
El padre y la hija charlaron alegremente. Guadalupe todavía sostenía la mano de Marcos. Desde la distancia, se veían muy íntimos.
Las personas que los conocían elogiarían su buena relación.
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