Capítulo 21
Bruno le trajo un par de zapatillas a ella y, apenas entraron al salón, Paula lo abrazó por detrás, su voz temblaba de emoción: —Presidente Bruno... no enciendas la luz...
Bruno, que había contenido sus deseos toda la noche, se vio repentinamente invadido por el deseo sexual al ser seducido de esa manera. Se giró, agarró las muñecas de Paula con sus manos y la arrastró hacia el sofá.
—Presidente Bruno... Presidente Bruno...— En la oscuridad, Paula no paraba de llamarlo con una voz dulce como el agua.
Bruno, agarrando sus muñecas y escuchando sus constantes y apremiantes llamados, sentía cómo su deseo se desvanecía poco a poco.
Al ver que él no reaccionaba, Paula cambió de ser pasiva a tomar la iniciativa, se volteó de un salto, se sentó sobre sus piernas, rodeó su cuello con los brazos y acercó sus labios rojos.
Bruno, sujetando una de sus manos, apretó con fuerza, sintiendo en el fondo una cierta repulsión hacia la cercanía de Paula, pero se contuvo.
Justo cuando los labios de Paula e
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