Capítulo 195
Raquel se quedó inmóvil.
Ángel continuó:—No la llamé porque está embarazada y no puede tener disgustos. Estoy desesperado, si no, no te habría molestado.
Aunque no había una palabra sincera en lo que decía Ángel, esas palabras eran ciertas.
Considerando a su hermana, Raquel preguntó:—¿Dónde estás?
—En la estación del tren de alta velocidad. Recuerda, tráeme algo de comer.—Y, dicho esto, colgó apresuradamente el teléfono.
Raquel, llena de sospechas, fue a una pastelería cercana, compró unos cuantos panes y tomó un taxi hacia la estación de tren.
Cuando vio a Ángel, se quedó aún más sorprendida.
Ángel llevaba una ropa vieja y andrajosa, con la barba desaliñada y sucio de pies a cabeza.
Si no hubiera sido porque Ángel la llamó, Raquel no lo habría reconocido.
Tan pronto como la vio, Ángel preguntó:—¿Dónde está la comida?
Raquel apenas había sacado los panes cuando él se los arrebató. Desesperadamente, rasgó los envoltorios y se los metió en la boca.
Sus movimientos eran casi como los de u
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