Que no se te ocurra nada sobre ella
Durante toda la cena, Callan Handerson había estado distraído, y sin apenas pronunciar palabra, se veía muy serio.
Rainie levantó sus cubiertos, pensando en cómo abordar el tema que le preocupaba.
La cita de hoy se debía a que su madre le había asignado una tarea. Por alguna razón desconocida, el inversionista principal de su padre, repentinamente había dejado de invertir en su proyecto académico. Según la madre de Rainie, Hilda Kent, este inversionista no era otro que el mismísimo Callan, a quien tenía frente a ella.
Era extraño que a su padre no le importara el motivo por el cual se detuvo su proyecto. Él pareció estar sumamente ocupado estos dos últimos días, aunque ella ignoraba los motivos, sin embargo, su madre estaba muy ansiosa. Esa noche, antes de salir, le recordó varias veces a Rainie que debía preguntarle a Callan sobre el asunto.
Rainie tomó un sorbo de vino antes de mirar a Callan fijamente. Finalmente le preguntó:
"Callan, ¿no estás feliz?"
Ciertamente Callan estaba de
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