La Señora Ares se sorprendió un poco cuando vio a Angeline. Hubo una grieta en su tranquila y gentil imagen cuando un toque de odio se reveló en sus ojos.
“Oh, ¿Angeline está aquí?”. La Señora Ares dejó escapar una sonrisa poco sincera.
Después del cortés saludo, ella reprendió a Angeline como a un lobo con piel de oveja: “Jay ha regresado a la Capital Imperial por tanto tiempo y te negaste a dejarnos verlo. ¿No crees que eso es exagerado? Somos la familia de Jay. ¿Tienes idea de lo mucho que lo extrañamos?”.
Angeline parecía inquieta.
El Viejo Gran Amo Ares la interrumpió y defendió a Angeline diciendo: “No puedes culpar a Angeline por esto. Angeline me notificó en el momento en que encontró a Jay. Yo era el que no quería que él regresara con esta familia. Jay ha hecho demasiados sacrificios por esta familia. Hasta que no recupere la memoria, no quiero que vuelva a casa por temor a que la Organización del Juicio Final regrese…”.
Un indicio de pánico cruzó por los ojos de la Señor