Capítulo 69
Antes incluso de que Francisco pudiera responder, Antonio ya se había puesto de pie, sus cejas se levantaron ligeramente, brotando de sí una vibra de chico malo de inmediato.
Especialmente llamativo era el pendiente de diamante azul en su lóbulo, que brillaba con fuerza bajo la luz. Miró a Francisco con una sonrisa pícara y respondió por él:
—Tiene que ser un desafío arriesgado.
Los demás comenzaron a animarse.
Con una sonrisa en los labios, Francisco no tuvo más remedio que aceptar. —Entonces, acepto el desafío.
Al ver su disposición, Rocío golpeó la mesa con entusiasmo y, mirando a los demás jugadores con una mueca pícara, exclamó: —Amigos, piensen en algo. —Sus ojos y cejas irradiaban excitación.
Antonio chasqueó los dedos: —Ya tengo una idea. —Su rostro se iluminó con una sonrisa cómplice.
Los demás sabían que Antonio siempre tenía las ideas más osadas, por lo que quedaron expectantes
Impaciente, Rocío urgió: —No nos hagas esperar, ¡dilo ya!
Directo como era, Antonio inclinó ligera

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