Capítulo 37
Lorena realmente se enfadó; su hija, que siempre había sido cortés y bien educada, ese día se mostraba inusualmente agresiva.
Rosa miró a Lorena con sorpresa, nunca la había visto reaccionar de esa manera.
¿Todo esto por Amelia?
Por más que quisiera una nuera, ¿no podía ser cualquiera, verdad?
Rosa permanecía sentada en su lugar, sin intención de marcharse, y trató de persuadirla: —Mamá, espero que lo pienses bien. El matrimonio es un asunto serio, no es algo de casarse hoy y divorciarse mañana. ¿Realmente quieres que Felipe traiga a casa una esposa con la que ni siquiera pueda estar en igualdad de condiciones?
Una mujer que no tiene nada más que una cara bonita, eso es algo que la familia Herrera no puede aceptar.
Rosa se mantenía erguida en la silla, girando lentamente el anillo en su dedo, con el rostro lleno de altivez: —Aunque la familia Herrera tenga historia, yo nunca dependí de ella ni usé su dinero. Siempre he tenido la capacidad de ganarme la vida por mí misma.
Desde sus años

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