Capítulo 33
Amelia se quedó sorprendida por un momento. ¿Acaso la madre de Felipe era tan accesible?
De repente, se sintió algo más relajada.
Amelia compuso su expresión y se acercó para hacer una reverencia respetuosa, diciendo: —Buenas tardes, tía.
Lorena frunció el ceño y replicó: —¿Tía? Ya tienen certificado de matrimonio y todo, ¿y aún no cambias la forma en que me llamas?
—Eh... —La cara de Amelia se enrojeció de inmediato, y Felipe, con una leve sonrisa, bajó la mirada hacia ella y le indicó: — Dile.
Con una expresión tensa y bajo la expectativa de Lorena, Amelia dijo suavemente: —Mamá...
—¡Ay! —Lorena respondió de inmediato con una sonrisa.
Amelia entonces presentó un regalo que había preparado con antelación, colocándolo en la palma de su mano, y dijo a Lorena: —Esto es para usted, espero que le guste.
Quizás porque era la primera vez que conocía a los padres, su tono se volvió involuntariamente más formal.
Lorena aceptó el regalo de Amelia con sorpresa y alegría en sus ojos, exclamando:

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