Capítulo 80
Tomás no lo entendía, Ignacio tampoco lo entendía.
Incluso Valeria no lo entendía.
Pero ahora Valeria estaba muy feliz, ¿qué importaba si su hombre había estado en la cárcel?
Cuando el sol vuelve a salir, ¡todavía alcanza el cielo!
Él, Alberto, seguía siendo deslumbrante.
—Alberto, ¿me harías el honor de sentarnos a charlar un rato?
Pablo se giró, sonriendo hacia Alberto.
—Lo siento, yo no...
Alberto instintivamente quiso rechazar porque no estaba contento, su novia Valeria acababa de ser humillada, tenía que defenderla.
Tenía que decirle a todos los presentes que podían meterse con él, ¡pero no podían intimidar a su novia!
Hoy había venido al hospital con flores, no solo para sorprender a Valeria, sino también para decirles a aquellos que tenían malas intenciones hacia ella que esta mujer era suya, de Alberto.
Sí, ¡declarar su territorio!
—Alberto.
Valeria tiró de la manga de Alberto y le susurró:—El Señor Pablo es un anciano, y además el primer director del Hospital General de San Se
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