Capítulo 48
Después del almuerzo, el fogón en el patio trasero ya estaba construido, con una olla de casi un metro y medio de diámetro colocada sobre él, y dos grandes barriles de madera situados al lado.
—Alberto, ¿qué significa todo esto?
A pesar de haber sido regañado y reprendido severamente por su padre, Óscar no pudo evitar preguntar.
La escena era demasiado aterradora.
Se parecía un poco a un escenario de matanza de cerdos, sí, algo así, con la diferencia de que en la olla no se hervía agua, sino medicina.
—No es que no confíe en ti, pero esta configuración es realmente espeluznante.
Al terminar de hablar, Óscar notó que Mateo también dirigía su mirada hacia Alberto, con un tono de interrogación.
Aunque Mateo había dicho anteriormente que confiaría incondicionalmente en Alberto y lo apoyaría sin reservas, en el momento de la operación, aún sentía ansiedad.
¿Van a cocinar a mi querido nieto?
—Laven bien los barriles y luego rocíen alcohol para desinfectarlos, enciendan un fuego para secarlo
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