Capítulo 45
En su rostro, inigualablemente apuesto, apareció un atisbo de ternura, —Me pisó un perro, no te preocupes, sigue comiendo.
Al decir "perro", miró a María de reojo.
Insinuando claramente a quién se refería.
Al escuchar que había un perro, Carli quiso levantar el mantel para mirar.
María lo detuvo rápidamente, —¿Qué perro ni qué nada? ¡Come tu comida!
El niño, confundido, preguntó, —¿Pero papá dijo que había un perro?
Alejandro levantó una ceja fríamente, dirigiendo su mirada hacia María, esperando ver cómo explicaría su mentira.
Pero...
Ella no le dio la oportunidad de reírse a sus expensas.
Sin piedad, le dijo a Carli, —¡Tu papá está alucinando!
Alejandro sonrió irónicamente y acarició la cabeza del niño, —Sí, papá se equivocó, si no, ¿cómo se explicaría que me haya fijado en tu mamá?
María, al instante, se puso como una gata a la que le pisaron la cola, transformándose en una fiera.
—¡Alejandro Fernández, ¿ni comiendo puedes callarte?!
El hombre la miró con desprecio, —¿Y acaso tú pue
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