Capítulo 32
Es invierno y la temperatura exterior es muy baja.
Cuando María sale, ve a Alejandro, con su abrigo negro, fumando junto a la ventana.
El humo azulado se arremolina a su alrededor, disipándose por completo con la brisa.
Al contemplar la figura alta y delgada de Alejandro, María se siente un poco aturdida.
Solía encantarse viéndolo así.
Con un toque de desfachatez en su elegancia, sus atractivos ojos rasgados se entrecerraban ligeramente mientras miraba al mundo desde arriba, con una arrogancia insuperable.
Era como si la humanidad entera no fuera más que polvo ante sus ojos.
Alejandro tenía una gracia natural, con cejas y ojos fríos, una mirada aguda, y esos ojos rasgados que siempre daban la impresión de estar mirando apasionadamente a quien sea.
María notó la mirada de Alejandro sobre ella y rápidamente desvió la vista hacia el horizonte.
Ya había decidido separarse de él, así que no podía permitirse vacilar.
Evitando su mirada penetrante, se acercó lentamente a él desde atrás.
Sinti
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