Capítulo 25
—Si yo fuera tú, me comportaría mejor y dejaría de desafiar mis límites.
Dijo Alejandro con un tono que hizo que su rostro cambiara instantáneamente, sus ojos afilados como cuchillos, clavándose en el corazón de María.
—. ¿Quién te crees que eres?
—¡No ha nacido la persona que pueda negociar conmigo, Alejandro Fernández!
—Ahora, te doy dos opciones: olvida a Eduardo y regresa a la casa Fernández, o mataré a ti y a Eduardo, cumpliendo el destino de esa pareja de adúlteros.
En ese momento, la mirada de Alejandro era como una tormenta, llena de un terror abrumador que cayó pesadamente sobre María.
Dejándola sin aliento y con el pecho oprimido.
—Alejandro Fernández, lo que pase entre nosotros no debe involucrar a otros.
—Entre Eduardo y yo no hay nada, somos inocentes. ¡No acuses a alguien sin motivo!
—¡Tú y Leticia son los que están enredados! ¿Con qué derecho me haces exigencias a mí?
Ella no podía permitir que Eduardo se viera afectado por esto.
Mencionar a Leticia hizo que el hielo en
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