Capítulo 84
Estuvieron en un punto muerto por un tiempo, pero Silvia acabó cediendo.
Después de limpiar la habitación, se dispuso a cocinar. Cuando abrió la nevera, sonó el timbre.
Era Ada. Había ido al hospital a visitar a Neil, pero le informaron de que le habían dado el alta.
Cuando vio a Silvia en la puerta, su expresión se endureció. “¿Qué estás haciendo aquí?”.
Silvia no se inmutó. “Es mi casa. ¿No es normal que esté aquí?”.
Ada apretó los dientes y habló con frialdad: “¿Dónde está Neil? VIne a visitarlo”.
Empujó a Silvia a un lado y entró en la mansión.
En cuanto vio a Neil en la silla de ruedas, sus ojos se abrieron de golpe. Rápidamente se acercó a él y se puso en cuclillas.
“Neil, tus piernas…”.
Él parecía tranquilo mientras miraba a Ada y le decía: “El doctor dijo que quizá no pueda volver a ponerme en pie”.
“¡No puede ser!”.
Ada se cubrió la boca y sus ojos estaban llenos de incredulidad. Empezó a llorar.
“No, Neil. Te conseguiré el mejor doctor. ¡Tus piernas se van a curar
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