Capítulo 38
“No sé…”.
Silvia tenía la cara roja y gotas de sudor en la frente. Todo su cuerpo ardía.
Neil le agarró la barbilla y le dijo: “¡Mira bien! ¿Quién soy?”.
El dolor en la mandíbula devolvió brevemente a Silvia a la realidad, y luchó por abrir los ojos. “Tú eres... Neil…”.
Después de obtener la respuesta que quería, Neil la besó en los labios. Entonces, la sujetó por la cintura mientras profundizaba el beso.
Silvia se sintió como si estuviera oscilando entre el fuego abrasador y el agua helada.
La noche aún era joven.
…
Cuando Silvia se despertó, le dolía el cuerpo y soltó un quejido involuntario.
Algo la golpeó, y rápidamente abrió los ojos. Con el apuesto rostro de Neil ante ella, supo que lo de anoche no había sido un sueño.
Ella se frotó las sienes palpitantes y el dolor de cabeza se agravó aún más.
Neil estaba tumbado a su lado y se despertó al notar su movimiento.
Sus miradas se cruzaron y ninguno de los dos habló.
Silvia intentó hablar, pero se dio cuenta de que le d
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