Capítulo 10
”Ella ha hecho todo lo que una esposa debería y no debería hacer. Los dos solo necesitan formalizar su relación”, dijo Silvia con indiferencia.
Neil la miró fijamente a la cara y trató de detectar alguna señal de tristeza, pero no vio ninguna. Ella en serio ya no tenía interés en él.
Por alguna razón, Neil sintió una punzada en su corazón.
Él apartó la mirada y dijo con vehemencia: “¡Mientras no estemos divorciados, será tu responsabilidad cuidar de mí!”.
Silvia estaba un tanto molesta. Ella no tenía la energía para hablar con él, así que sacó su teléfono, desbloqueó el número de Ada y le envió un mensaje de texto.
En la casa de los Pond, Ada estaba preparándose para ir a dormir después de darse una ducha. Cuando recibió el mensaje de Silvia, su rostro se puso rojo de ira.
¡Silvia, esa perra!
Inmediatamente después, Ada se levantó de la cama y se cambió de atuendo. Cuando bajó las escaleras, se chocó con sus padres. Los dos no pudieron evitar fruncir el ceño cuando se dieron cuenta de que ella iba a salir de casa.
“Ada, es tarde. ¿A dónde vas?”.
Ada forzó una sonrisa, miró a Mindy y dijo: “Mamá, Neil está borracho y solo en casa. Solo estoy preocupado por él, así que voy a ver cómo está”.
Mindy miró de reojo a Idris. Cuando no vio ninguna señal de desaprobación en su rostro, ella le dijo a Ada con una sonrisa: “Es muy tarde, así que no es seguro que conduzcas allá. Haré que Hart te lleve”.
“Claro. Gracias, mamá”.
Después de que Ada se fuera, Mindy dijo con una expresión pensativa: “Parece que Neil todavía siente algo por Ada. De lo contrario, no le habría dicho a Ada que estaba borracho”.
Idris asintió. “Pídele a Ada que aproveche esta oportunidad. Por suerte, no hay muchas personas que saben del matrimonio de Neil y Silvia, por lo que no afectará las oportunidades de Silvia de obtener un nuevo esposo en el futuro”.
A Idris le daba igual quien entre Silvia y Ada estuviera casada con Neil. Lo único que importaba era que fuera rentable para su empresa.
Después de que Silvia se divorciara de Neil, él le buscaría un marido que también aportara beneficios a la familia Pond.
Silvia y Neil no hablaron en el camino a la mansión. Al llegar, Neil frunció inconscientemente el ceño cuando vio las luces encendidas.
No había nadie en la mansión aparte de ellos dos. Además, era muy tarde en la noche.
“¿Por qué están encendidas las luces?”.
Silvia parecía tranquila mientras respondía con indiferencia: “Lo sabrás cuando abras la puerta”.
Neil introdujo la contraseña y abrió la puerta. En ese momento, vio a una mujer delgada, y su mirada se volvió inconscientemente fría.
“Silvia Pond, ¿qué significa esto?”.
Ada había preparado algo de té caliente. Justo después de colocarlo en la mesa, ella escuchó la voz de Neil cerca de la puerta.
Ella se dio la vuelta y caminó hacia la puerta.
Afuera de la mansión, Neil miraba a Silvia con fiereza. Su corazón también se apretó.
¡Él nunca se imaginó que ella realmente le pediría a Ada que fuera a su casa!
¿Acaso entendía lo que esto significaba?
A Silvia no parecía importarle. “¿No dijiste que estabas borracho? Le pedí a la persona que siempre está en tu mente que venga a cuidarte. Deberías agradecerme”, dijo ella con una expresión tranquila.
“¡Te reto a repetir eso!”.
Cuando vio la expresión de incredulidad de Neil, Silvia no tuvo ganas de seguirle la corriente. “La invité a venir por ti, así que no me quedaré para interrumpir a los tórtolos. Debes firmar el acuerdo de divorcio y enviármelo por correo”, dijo ella con frialdad.
Silvia dio media vuelta y se marchó. No mostró duda alguna.
Neil estaba furioso. Justo cuando iba a ir tras ella, Ada le agarró del brazo.
“Neil, te preparé algo de té para desembriagarte. Por favor, entra y bebe un poco”.
Cuando notó la duda de Ada, Neil frunció el ceño. Él se liberó de su agarre y dijo: “Ada, ve a casa primero”.
Ada negó con la cabeza. “Neil, no me iré. Me quedaré a hacerte compañía. Silvia me envió un mensaje y me dijo que estabas borracho. No me sentiré tranquila dejándote solo en casa”.
La expresión de Neil se congeló. “¿Te dijo la contraseña de la puerta?”, gruñó él.
“Sí…”.
Cuando vio la expresión de tristeza de Neil, Ada dijo de inmediato: “Si no me quieres aquí, no volveré a venir. No te enojes”.
Neil cerró los ojos y dijo con un tono profundo: “Ada, necesito un tiempo a solas”.
“Me quedaré aquí en silencio. No te molestaré”.
“Le pediré a Sayer que te lleve a casa”.
“Neil…”.
“¡Solo hazme caso!”.
Ada se mordió el labio inferior, asintió con la cabeza y dijo: “De acuerdo. ¡Llámame si te sientes mal!”.
“De acuerdo”.
Cuando Ada se marchó, Neil cerró la puerta y se dirigió a la sala de estar. Cuando vio el acuerdo de divorcio sobre la mesa, una mirada de descontento apareció en sus ojos. Se acercó a la mesa y agarró el acuerdo de divorcio. Luego lo rompió y lo tiró al basurero.
¿Ella quería divorciarse de él? ¡Que siga soñando!
A la mañana siguiente, Darrion Torres fue a ver a Silvia poco después de que ésta llegara a su despacho.
Darrion parecía enojado. Fulminó con la mirada a Silvia y dijo: “Señorita Pond, ha despedido a mitad de mi personal. ¿No cree que se ha pasado de la raya?”.
Silvia parecía indiferente. Ella levantó las cejas y dijo: “Señor Torres, por favor, mantenga la calma. Me comunicaré con el Departamento de Recursos Humanos para que cuando comencemos a reclutar nuevo personal, le demos prioridad a sus departamentos”.
Darrion estaba tan enojado que su rostro se enrojeció. ¡Esto no era lo que quería decir!
Silvia había despedido a todos los familiares que había contratado. Esa mañana habían bombareado su teléfono con llamadas y le habían preguntado qué había pasado.
Darrion era un trabajador de construcción cuando conoció a Silvia por casualidad. En aquella época era muy pobre. Le había hecho un favor a Silvia, así que ella le había dado el diez por ciento de las acciones de la Corporación MY.
Al principio, a Darrion no le importaba. Sin embargo, la Corporación MY había crecido bajo la dirección de Silvia. Solo se había dado cuenta de cuánto valía el diez por ciento cuando comenzó a recibir hasta diez millones de dólares cada año.
Darrion estuvo agradecido con Silvia en un principio, pero la repentina gran suma de dinero también había causado un cambio drástico en él.
A medida que sus parientes y compañeros de aldea le adulaban, se volvía cada vez más arrogante. Disfrutaba de la sensación de ser adulado por sus parientes cada vez que les daba un puesto de trabajo.
Cuando Silvia despidió a todos sus parientes, se había sentido avergonzado. Por eso estaba molesto con Silvia.
“Señorita Pond, incluso si está planeando reclutar nuevos empleados, esto tomará algo de tiempo. Además, ¿quién sabe si los nuevos empleados serán capaces de realizar el trabajo del personal calificado que ha sido despedido? Ahora que estas personas han sido despedidas, ¡los departamentos de los que estoy encargado tendrán que pausar sus operaciones!”.
Silvia dejó en el escritorio los documentos que tenía en las manos antes de mirar a Darrion. Era como si pudiera leerle la mente.
Por alguna razón, Darrion no se atrevió a mirarla. Él sentía como si ella fuera capaz de descifrar sus pensamientos.
Silvia rio entre dientes. “¿Qué cree que deberíamos hacer, señor Torres?”.
Darrion dijo de inmediato: “Señorita Pond, acaba de regresar, así que no está familiarizada con las operaciones de la compañía. Le sugiero entender cómo funciona la compañía y qué hace cada departamento antes de despedir a nuestro personal”.
Silvia permaneció en silencio por unos momentos antes de asentir pensativamente. “Tiene razón”.
Darrion se sintió feliz cuando escuchó esto, pensando en lo fácil que había sido convencer a Silvia. Parecía que podría continuar reclutando a su gente para trabajar en la compañía.
Sin embargo, lo que dijo Silvia después lo dejó pasmado.
“Ya que está aquí, ¿por qué no me dice lo que sus departamentos han estado haciendo estos últimos años? ¿Cuáles eran las responsabilidades diarias de las personas que despedí?”.