Capítulo 111
El rostro de Dylan se tornó de un tono azul hierro mientras estaba sentado detrás de su escritorio, el dolor en su espalda se intensificó, ¡casi consumiendo todos sus sentidos!
Estaba sentado en la oficina poco iluminada, con el rostro oscurecido por la tenue luz, creando dos mundos separados.
Diez minutos después, alguien llamó a la puerta de la oficina del director ejecutivo.
Con un cigarrillo entre las yemas de los dedos y volutas de humo azulado subiendo entre ellos, oscureciendo toda su expresión, Dylan no habló ni indicó ningún deseo de que el visitante entrara.
Sin embargo, en menos de medio minuto la puerta de la oficina se abrió desde afuera.
A través del espeso humo blanco, Dylan vislumbró el rostro de Avery, ligeramente oscurecido por una neblina.
Arrugó el ceño; la habitación no tenía ventanas abiertas y el olor a tabaco le llegaba con fuerza a la nariz, lo que le hacía toser. Se acercó a la ventana y la abrió.
Afuera, el aire era caliente y tranquilo, sin brisa que ofrecie

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