Bebé Zetty encontró un tanque de gas en un área separada del supermercado y trató de cargarlo. El tanque de gas era tan pesado que Bebé Zetty apenas podía caminar después de levantarlo.
“¿Necesitas mi ayuda?”. Una voz baja y magnética llegó a sus oídos.
Bebé Zetty recordó el consejo de Jens. Ella no debe de hablar con extraños y no podía seguirlos.
Ella luego negó con la cabeza con fuerza.
El joven comenzó a molestarla. “Te ves muy hermosa y tienes una voz muy dulce. Me gustaría ser tu amigo. ¿Puedes decirme tu nombre?”.
Esto era exactamente lo que dirían los traficantes para secuestrar y vender a las jóvenes ignorantes.
Bebé Zetty mantuvo la guardia alta. Deseaba poder alejarse de este hombre peligroso lo antes posible, pero se estaba aferrando al tanque de gas. El tanque de gas era demasiado pesado y alto para que ella lo bajara.
El joven sonrió cuando la vio atrapada en esa incómoda posición.
La suerte estaba de su lado.
“No suenas como si fueras del Condado del Durazno Flo