Capítulo 53
Alicia, delgada y erguida, se mantiene en su lugar con una expresión inmensamente tranquila.
—¡Sí!
—¡Muy bien, muy bien!
Raúl arranca de un tirón la aguja del suero de María y la levanta en brazos: —Nos vamos, no vamos a tratar aquí.
María, en silencio, abraza el cuello de Raúl, sintiéndose algo triunfante por dentro.
Al llegar a la puerta, Raúl ve la fuerte lluvia afuera y su pequeño paraguas.
Mira el gran paraguas en manos de Alicia y dice con total convicción: —Dame el tuyo, con un paraguas pequeño tienes suficiente.
Alicia no puede evitar reírse: —¿Por qué debería?
—Porque la enfermedad de María es culpa tuya, deberías ceder el paraguas.
Roberto, con el rostro serio, pisa y destroza el pequeño paraguas que Raúl había pateado hacia él.
Sus ojos y cejas destilan frialdad: —Cuando ella los consideraba hermanos, tenían derecho a pedirle cosas, pero ahora que no quiere, ¿qué crees que eres?
Raúl se siente casi enfermo de ira. —Alicia, ¿realmente necesitas hacer esto, haciendo que todos
Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil