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Capítulo 10

Alicia se detuvo y, con una voz educada pero distante, dijo: —Vicente, Pedro, Raúl. Si no saludaba, seguramente dirían que estaba siendo grosera y que actuaba por capricho. No tenía ganas de discutir con ellos; sería una pérdida de tiempo. Raúl levantó una ceja y la miró: —¿Cómo te fue en el examen de hoy? Te empeñas tanto en estudiar, pero te niegas a unirte al equipo. Quiero ver qué tan bien te va. Ante el comentario de Raúl, Alicia no se molestó. Después de todo, sus hermanos siempre la descalificaban, sin importar lo que hiciera. Sonrió, conteniendo la irritación: —Voy a esforzarme. Esforzarse para mejorar sus calificaciones, esforzarse para ingresar a la Universidad Autónoma de San Martín y alejarse de ustedes. Pedro soltó una risa burlona: —Alicia nunca ha sido buena en los estudios, siempre ha tenido malas notas. Ya está por graduarse y ahora quiere ponerse a estudiar de repente. Todo esto parece solo una fachada de esfuerzo. Al final, su posición no será mejor que la de María. María, sonriendo, intervino: —Pedro, no seas así. Alita ha estado esforzándose mucho últimamente. Los profesores incluso la han elogiado. El ranking no lo es todo. Alicia apretó con fuerza las correas de su mochila, sintiendo una oleada de ira en su pecho. En su vida pasada, sus malas calificaciones tenían una razón. Era porque cada vez que sacaba una mejor nota que María, ella venía a buscarle problemas, y eso hacía que sus hermanos no la quisieran. Para evitar que sus hermanos la odiaran, Alicia comenzaba a responder los exámenes de manera descuidada. Así que, cada vez, sus notas eran peores que las de María, solo para evitar que ella causara problemas. Eso no significaba que fuera realmente mala en los estudios. En su vida pasada, solo quería superar a María, demostrar que era más capaz que ella. ¿Y al final qué pasó? Jorge la obligó a inscribirse en la misma universidad de bajo nivel que María. Aunque ella podría haber ingresado a una mejor, no tuvo opción. Al pensar en todo esto, Alicia trató de controlar su rabia: —Voy a mi habitación. Sus ojos brillaban fríamente, pero esta vez no iba a cometer los mismos errores. — El siguiente día, sábado, Alicia despertó sin la ayuda de la alarma. Cuando bajó a desayunar, no había nadie en la sala. Probablemente todos se habían ido al campamento de entrenamiento. Alicia no le dio importancia, terminó de comer y regresó a su habitación. Abrió su teléfono y vio los mensajes sobre el torneo de videojuegos. Efectivamente, la organización había publicado la convocatoria para la revancha. Era lo mismo que en su vida pasada. Cuando Raúl vio la noticia, se llenó de energía, decidido a ganar el torneo. Solo así podrían avanzar y vengarse del joven de la familia González en la final. Pero en la vida pasada, La Legión Épica logró ganar el campeonato gracias a la suerte. El joven de la familia González se retiró en el momento decisivo, lo que les dio la oportunidad de ganar el título. A pesar de eso, nunca supieron la razón real de la retirada. Algunas personas decían que fue por una enfermedad repentina, otras que los obligaron a regresar a casa para encargarse de los asuntos familiares, pero nunca se aclaró. Alicia miró la descripción del juego y, de repente, sintió ganas de jugar. Sin embargo, la voz de Roberto apareció en su mente. Había prometido no jugar hasta ver los resultados de su examen mensual. Bueno, tendría que esperar un poco más, al menos hasta que salieran los resultados. Ella sacó su teléfono, pensó un momento y finalmente le envió un mensaje a Roberto por Instagram: [Profesor, no fui a la enfermería la semana pasada después de clases porque Vicente descubrió que no había regresado a casa a tiempo. Temía que descubriera mi refugio secreto, por eso no fui.] Después de enviar el mensaje, Alicia miró el chat durante un rato, pero no recibió respuesta alguna. No pudo evitar abrir el Instagram de Roberto, pero no había ningún mensaje. ¿Este hombre ni siquiera publica en Instagram? ¡Qué raro! Por otro lado, Roberto miró el mensaje recibido, entrecerrando ligeramente los ojos. —Roberto, ¿quién te mandó ese mensaje? Roberto bloqueó la pantalla inmediatamente. Valentín levantó una ceja: —Mira la foto de perfil, es una chica. No será esa chica a la que ayudaste el otro día, ¿cómo se llamaba? Alicia, ¿verdad? —Tienes demasiadas tonterías que decir. —Lo que pasa es que te veo nervioso. La semana pasada estuviste todo el día en la enfermería, y de repente dejaste de ir. Estos días te veo con una cara larga, ¿será que tienes problemas con ella? Roberto giró la cabeza, sus ojos mostrando un peligro latente: —No te metas en mis asuntos. —Hemos crecido juntos, ¿qué cosa de ti no sé? ¡Deja de actuar! Roberto salió al balcón con el teléfono en la mano. Miró brevemente el chat. ¿La enfermería es su refugio secreto, entonces? Sonrió involuntariamente, abriendo su Instagram. Era básicamente contenido cotidiano, con un estilo muy adorable. Miró durante un rato, y de repente se dio cuenta de que había pasado demasiado tiempo en su perfil. Esa sensación de no tener control sobre sus emociones le incomodó. Roberto cerró la aplicación de inmediato y regresó al salón. Alicia esperó todo el día, pero no recibió respuesta de Roberto. ¿Acaso estaba molesto? No se atrevió a enviar más mensajes para no incomodarlo. Esperaría a que salieran los resultados el lunes. Durante todo el fin de semana, Alicia se quedó en casa estudiando. María y los hermanos tampoco regresaron; se quedaron en el campamento de entrenamiento. — El lunes por la mañana. Alicia bajó las escaleras y finalmente vio a María y a los hermanos. Sin embargo, entre ellos reían y conversaban, mostrando una relación mucho más cercana. Alicia no dijo nada y se dirigió directamente al comedor. Raúl, con tono sarcástico, dijo: —Hoy salen los resultados, ¿verdad? Alicia asintió: —Sí. —Te lo dije, deberías haberte unido al equipo. Con tus calificaciones, no entras en ninguna buena universidad. En lugar de perder el tiempo estudiando, deberías haberte puesto a entrenar para ser una jugadora profesional. Con los recursos de la familia García, serías famosa en poco tiempo. Qué pena que no hayas aprovechado esta oportunidad, la dejaste para María. Alicia recordó la humillación de haber sido desplazada en su vida pasada. Respondió tranquilamente: —La verdad, no me importa. Alicia tomó su desayuno y se levantó para salir del salón. Raúl, al ver que Alicia no mostraba interés, se enfureció: —¡Voy a esperar a ver qué "buenos resultados" saca ella! ¡Hmph! María, al ver que Alicia no aceptaba unirse al equipo, respiró aliviada. Sabía que Alicia tenía talento para los videojuegos, pero si ella entraba al equipo, ¿acaso no le quitaría el puesto a María? Aunque, por fuera, María mantenía la sonrisa: —Raúl, no te enojes. Alicia solo está haciendo un berrinche. Cuando acepte unirse al equipo, yo le cederé el puesto sin problema. Raúl asintió satisfecho: —¡Qué bien, siempre sabes qué decir! María forzó una sonrisa, pero por dentro estaba furiosa. Había estado practicando intensamente para conseguir la aprobación de Raúl. Sin embargo, parecía que Raúl aún pensaba que Alicia era mejor. María hizo una firme resolución en su corazón: iba a obtener resultados en los videojuegos, obligando a Raúl a desistir de la idea de que Alicia se uniera al equipo. Raúl se veía preocupado. Sabía que la revancha era crucial. Si perdían, ya no habría más oportunidades. Aunque María había estado entrenando con ganas, su talento en los videojuegos no era suficiente. A un mes de la revancha, su nivel no era lo suficientemente alto. Para ganar contra el joven de la familia González, se necesitaba a alguien con verdadero talento. Y ahora, Alicia era la única opción. Pero Raúl no quería pedirle que se uniera. Estos años Alicia siempre había estado a su alrededor, intentando agradarle con su comportamiento tímido y sumiso. Él ya se había acostumbrado a esa dinámica entre hermanos. Ahora, no sabía cómo cambiarla. ¿Cuánto tiempo más iba a seguir Alicia con esa actitud de caprichosa? ¿Acaso quería obligarlo a ceder y mostrarse débil?

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