Capítulo 13
Con la ayuda de Gisela, Marta logró ordenar su habitación en apenas una hora.
Estaba exhausta, se lavó y cayó rendida sobre la cama.
Cuando despertó, la oscuridad de la noche cubría la ventana; tomó su móvil para ver la hora: eran las seis de la mañana.
Increíblemente, había dormido más de diez horas.
Se sentó en la cama, abrazando las cobijas, encendió la luz y miró a su alrededor, desconcertada por unos minutos hasta que se dio cuenta de que ahora estaba en París.
Recordó a sus padres durmiendo en la habitación contigua, y esa sensación de malestar comenzó a disiparse. El repentino zumbido de su móvil la sobresaltó.
Desbloqueó la pantalla y sus ojos aún nublados se fijaron en un número familiar.
Aunque lo había eliminado de su agenda, Marta reconocía ese número de memoria.
¿Por qué Joaquín la llamaba de nuevo?
¿Acaso estaba tan enfadado que necesitaba confrontarla?
Marta parpadeó para despejar el sueño y, resignada, contestó la llamada, empezando a explicar:
—Joaquín, he reflexionado
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