Capítulo 33 El dinero, no la persona
Tan pronto como Yago habló, la oficina quedó en silencio.
María se levantó de golpe y golpeó la mesa. —¿Así insultas a tu esposa por una amante?
Ana, asustada, se acurrucó en los brazos de Yago.
Yo simplemente los observaba, qué pareja tan cariñosa.
De todas las amantes de Yago, Ana debía ser la más mimada.
De repente recordé lo que Ana había dicho: la verdadera intrusa es quien no es amada, y no pude evitar reír.
María me miraba nerviosa.
—Clara, ¿estás bien? No me asustes.
Rápidamente hice un gesto con la mano y me sequé las lágrimas de risa.
—No es nada, son solo 20,000 dólares.
Dije directamente, —Haz la transferencia.
Yago parecía atónito, mirándome fijamente.
Había confusión en su mirada, algo de tristeza, pero finalmente se transformó en ira.
“¡Pum!”
Golpeó la mesa y se levantó, sin cuidar que Ana casi se caía.
—Clara, ¿así de mucho amas el dinero?
—¿Acaso para ti no existe nada más que el dinero?
Simplemente los observaba, viendo cómo llegaba la policía a calmar la situación, c
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